Antes de la semana en curso, el famoso Ángel Fenoll estaba en libertad tras haber pasado un tiempo en la trena por el mismo "caso Brugal" que ahora se reactiva. Es decir, que hubiera bastado con llamarlo al juzgado. Pero no. El martes fue detenido otra vez dentro del proceso en el que se hallaba inmerso con anterioridad. El espectáculo al que estamos asistiendo no merecía menos. Hay que tener en cuenta que el juez, para no haber citado a nadie nuevo a declarar, lleva un estrés que ni el pulpo. Ayer el tesejota ofreció otro comunicado. Se ve que le ha cogido el gusto, aunque ya no era de aquellos gracias a los que ha conseguido menguar su grado de credibilidad lo cual parecía imposible. Pero así ha sido. También es justo felicitar a los máximos responsables de la poli que ordenaron ese vistoso despliegue ante las instituciones a pesar de no pertenecer a las Fuerzas Armadas ni celebrarse el día de éstas. Es preciso poner a cada cuerpo en su sitio, sin dejar de darle alas para que no se produzcan celillos entre ellos. La prueba está en que contando la vivienda del presi de la Dipu con un jardín como el que debe contar, se optó por cortar la calle pero, en cambio, se permitió el baño libremente en la Albufereta que estaba a mano para que nadie pudiera entrever excesos. O sea, eso que resulta tan difícil percibir en la Fiscalía Anticorrupción: el exceso, pero de celo. Los casos, más que dar tumbos, terminan por pudrirse en consonancia con la molla de lo investigado en esta ocasión. A Ortiz, sin embargo, se le ve tan fresco. No pocos señalan que le da a todo y es que, claro, va a por el pichichi. Como el pepé que, pensando en la Comunidad, parece dispuesto a pasar a la historia tomando medidas de lo más coherentes. En estos momentos tendría lugar en su seno un fuerte debate tendente a dar vía libre a una propuesta radical: para ser cargo público es necesario, mínimo, estar imputado. Por fin se han dado cuenta de que había que cortar por lo sano, nunca mejor dicho.