El oficio más bonito del mundo. El periodismo. Una forma de vida, una actitud que te sirve para vivir con lucidez, con los ojos bien abiertos. Así lo definió Iñaki Gabilondo en la primera jornada de los Cursos de Verano de la Complutense. Sin un papel sobre la mesa, mirando fijamente al auditorio, y durante hora y media, Gabilondo reivindicó el privilegio de ejercer el periodismo. El de verdad. Y puso sobrados ejemplos de sucedáneos.

El que a él le interesa es el que practica las cuatro ces: conocer, comprender, confirmar y contar. Algo que contrasta con el tipo de informativos que arrojan un día sí un día también las diferentes cadenas televisivas.

Y con lo que desea ver el espectador de hoy, ese que exige que se le den píldoras en las que, en muy poco tiempo, se le explique todo lo que pasó, como si la complejidad del mundo cupiese en una pieza.

El periodista donostiarra denunció que no hay ganas ni tiempo ni paciencia ni conciencia para hacer las cosas de otro modo. Ni por parte de los que hacen televisión ni por parte de los que la ven. Para Gabilondo hay un día maravilloso en la vida de cualquiera persona. Ese día en el que un individuo se pone a estudiar algo por curiosidad, porque le atrae, porque necesita saber más, sin que haya un examen el día siguiente. "Ese es el día en el que te haces mayor", matizó derramando pasión.

El presentador de Hoy en CNN+ cuestionó la obsesión de los alumnos universitarios por las prácticas, al tiempo que reivindicó el periodismo de aproximación, de cercanía por los barrios, por otras realidades. Porque lo sustantivo es la actitud, la curiosidad. Mientras la técnica, cambiante, siempre es accesoria.