Hay soldados del ejército español en Afganistán. Es lícito, entonces, preguntarse por qué están allí y no en Iraq. Porque, básicamente, de Iraq salieron después de aquel anuncio hecho en domingo por el recientemente presidente Rodríguez Zapatero. Después ha resultado que no se fueron tanto, pero no es ahora cuestión de bajar a cuestiones de inteligencia militar, que, con toda obviedad, me superan.

Pero volvamos a Afganistán. La politiquería madrileña ha discutido si se trataba de misión de paz, en acto de guerra o se trataba de una ONG que llevaba proyectos de cooperación. Pero el caso es que está y es lícito preguntarse no sólo para qué, sino, sobre todo, por qué. Así que habrá que preguntarse, antes, por qué están allí las tropas de los Estados Unidos.

El asunto ha vuelto a plantearse en dicho país a raíz del cese fulminante del general McCrystall por unas infortunadas (o taimadas) declaraciones en la revista Rolling Stone. Con su cese, el presidente ha querido mostrar quién manda en el ejército: él, por supuesto. En su lugar, ha puesto a Petraeus que, además de general, tiene un doctorado en relaciones internacionales sobre Vietnam, la guerra que perdieron. Buena opción.

Los medios estadounidenses no acaban de aclararse sobre el porqué de la presencia de su ejército en Afganistán. Y parece que hay a disposición de quien quiera reflexionar sobre el asunto varias interpretaciones disponibles.

La primera y más sencilla es la de presentar aquella invasión que todavía perdura como una forma de descargar la frustración y agresividad del pueblo estadounidense que acababa de sufrir el para ellos incomprensible atentado del 11-S. Se le explicaba que allí estaba el autor intelectual, y el resto era pan comido. Más complicado sería después explicar por qué se invadía Iraq, pero esa es otra historia y hoy no toca.

La segunda y más apoyada por la izquierda de los Estados Unidos (que, como las meigas, haberla hayla) es que quien manda en la Casa Blanca es el militarismo del Pentágono y que eso de que el presidente es el comandante en jefe está bien formalmente, pero que la política del país la mueve lo que Eisenhower llamó el "complejo militar-industrial". El complejo necesita guerras y las busca donde puede hallarlas. Mi opinión, que poco vale en asuntos tan manipulados intencionadamente, es que esta hipótesis, como dijo Mark Twain de una noticia sobre su propia muerte, es "una exageración".

Pero hay más: se invadió Afganistán para echar a los talibán del gobierno... cosa que se consiguió en 2002. Así que tampoco vale mucho esta explicación. Como tampoco parece que sea muy seria la de que se fue allí para expulsar a Al Qaeda que se escondía en las covachuelas que, años antes, la CIA había ayudado a construir para que los insurgentes talibán (que entonces eran buenos) pudieran luchar contra el ejército rojo que acudía en ayuda del gobierno comunista de Kabul. A lo que cuentan los que sí saben del asunto, Al Qaeda en general y Bin Laden en particular ya no están en Afganistán, así que "misión cumplida", que decía aquel letrero en el portaaviones Abraham Lincoln al que Bush hijo descendió dando por finalizadas las hostilidades en Iraq (1º de mayo, 2003).

Y, sin embargo, allí siguen. Para explicarlo disponen de una razón adicional: nation building, un parte del destino manifiesto de los Estados Unidos según los fundamentalistas neoconservadores que creen que su misión en el mundo es la de difundir la democracia incluso contra la voluntad de los que reciben tal regalo. Sin embargo, y con independencia de que se crea en tal religión, el argumento tiene sus dificultades. La primera y más evidente es que no parece que las armas sean el mejor medio de conseguirlo. De hecho, el general Petraeus ya anuncia que la insurgencia va a aumentar y tal vez habrá que enviar más tropas y olvidarse de la fecha que se había establecido para una posible retirada de (algunas) tropas. No sólo se sienten invadidos por unos ejércitos extranjeros, sino que saben que el gobierno apoyado por estos no es precisamente muy representativo del sentir del pueblo, sin entrar a discutir el grado de su reconocida corrupción. La segunda es que, puestos a democratizar, mejor harían democratizando Arabia Saudita o China, cosa que no hacen, dejándonos en la duda de por qué están precisamente en Afganistán. Que España esté porque está en la OTAN, es indefendible. Nada que ver: no está en la Carta ni estuvo en el referéndum.