A lo largo de muchos artículos como éste me he permitido abrir el tarrito de las esencias para hablar del lenguaje, de las palabras de uso cotidiano que ruedan de boca en boca y producen estropicios de toda índole. Ya sabemos que a éstas, las palabras, las carga el diablo, bien por un "lapsus linguae", bien por un error auditivo que se queda en nuestra mente sin opción de ser enmendado. El caso es que cada día me vuelvo a casa con alguna perla que sumar a la colección de errores lingüísticos.

La primera, como todos recordarán, la soltó Zapatero hace unos meses. El presidente hablaba de "las relaciones" entre ambos países y de las crecientes visitas turísticas de los españoles a Rusia. "Hemos hecho un acuerdo para estimular, para favorecer, para follar... para apoyar ese turismo". Sentenció Rodríguez Zapatero mientras rectificaba con una extraña sonrisa y el consecuente sonrojo. Y es que, como decía también hace poco Joaquín Almunia, "somos personas humanas" (como si hubiera alguna que no lo fuera) y eso justifica cualquier barbaridad, sea del carácter que sea, especialmente en lo que a materia sexual se refiere. Y es que "lo sexual" nos traiciona cuando menos lo esperamos y en casos tan extemporáneos como cuando decimos "por favor, "enderéceme" usted la ensalada con mucho aceite y poco vinagre"; "Pues mira tú por dónde, no todo el monte es "orgasmo""; "Que yo sepa, en mi árbol "ginecológico" no ha habido duques ni marqueses"; "Mi hijo ha salido a su padre, que lleva en los "gérmenes" el arte y la gracia"; "Ése no tiene hijos porque es "imponente""; "Todavía no he encontrado la "hormona" de mi zapato"; "Le han sentado bien las vacaciones, ha vuelto de viaje "refollante" de salud".

Y esto es sólo el principio, porque en lo que se refiere a errores verdaderamente antológicos, los términos médicos, las expresiones relacionadas con el tiempo y la salud, se llevan todos los premios. "¡Qué calor, que "soborno"!" decía una señora quejándose de los primeros bochornos veraniegos; mientras que otros nos regalaban frases tan jugosas como las que siguen: "A mí, las aspirinas "fluorescentes" no me hacen nada"; "Sí, como lo oyes, estaba cenando y le dio un "simposium" de corazón"; "Fue una operación a vida o muerte para instalarle un "pai-pai""; "Estoy tomando "cláusulas" para la tos"; "No te imaginas lo que duele un cólico "nefertítico""; "Para ver mejor lo que tenía, me hicieron una "redundancia" magnética"; "Ya sé que fue un accidente muy grave, pero no le quedaron "espuelas""; "¿Sabes?, le dieron un corte en la misma vena arteria".

Reconozco que más de una vez me han entrado ganas de interrumpir alguna de estas conversaciones para decirle al hablante en cuestión, con todo respeto y humildad, por supuesto, "mire usted, no se dice "me siento un cerdo a la izquierda", sino un "cero", un cero a la izquierda". Pero siempre se expone uno a que le respondan con una grosería o con un par de frases tan contundentes como "Ni lo sé, ni falta que me importa"; "No me haga reír a "bostezadas"" o "Yo nunca he dicho eso; es usted quien "transversa" las palabras".

La gente es poco agradecida y, la verdad, es preferible quedarse a un lado y limitarse a escuchar y a seguir tomando notas -siempre con disumulo- para no perder detalle: "Como te decía, eso quedó en el "barril" de los recuerdos"; "Luego me tocó arreglarlo haciendo un encaje de "novillos""; "Pero qué dices, no me dio tiempo a nada; cogió el bolso y salió como una "instalación""; "En efecto, ese el "quiz" de la cuestión"; "Qué verdad es eso de que un hijo viene con un brazo debajo del pan"; "No me corté un pelo y así se lo dije: "¡vamos, que es gerundio""; "No son estrellas fugaces, es una lluvia de "motoritos""; "Claro, le tocó la lotería y ahora vive como un "majara""; "Ya se lo dije yo: casarse y tener enseguida un hijo es muy "premeditao""; "Se fue del barrio y ahora vive en un chalete "acosado" "; "No, perdona, se dice chalé "endosado""; "De primer plato tenemos "bisesuá", ¿le apetece?"; "El reloj es bueno, es de acero "inexorable""; "Claro que he cambiado, ahora estoy tomando clases de "adicción""; "El único que trabaja soy yo, me dejo la piel en el pellejo"; "Mira, sólo de oírte se me ponen las plumas de gallina"; "Tengo un "algun" con todas las fotos de la boda. Bueno, las fotos las tengo metidas en álgunes""; "Luego vino la guardia civil y levantó "apestado" del accidente"; "La casa huele muy bien porque echo "ausencia de calisto""; "Lo que más me gusta son la hamburguesa con "bayonesa""; "Todo me pasa a mí. ¿No es para "rascarse" las vestidura"; "No sé qué decirte. Yo, sin en cambio, prefiero dejar las cosas como están"; "Es muy fácil; empiezas: dos, cuatro, seis y así "sustantivamente""; "Llovía muchísimo, parecía el "Danubio" universal"; "Pues mira, son las seis y seis, o sea, las cinco y cinco en canarias".

De momento, para empezar el verano refrescándonos el espíritu, no está mal. Ya seguiremos en otoño.