La fusión de la CAM, vía SIP con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria, fue bendecida inicialmente por todas las fuerzas públicas y privadas, la Cámara de Comercio y la patronal alicantina, con cierta reserva de empleados y un par de voces que temían pérdida de influencia de la caja en el ámbito territorial, debido a coaligarse con cajas de otras comunidades autónomas y de signo político distinto al actual gobierno valenciano.

Justificado movimiento para acceder a las ayudas crediticias del FROB y fortalecer la solvencia interna cuando los préstamos interbancarios estaban prácticamente congelados y el acceso a la liquidez cada vez más comprometidas.

Pero empieza a verse la letra pequeña de la fusión, tal como lo señala Juan R. Gil, en su clarificador artículo de análisis del pasado 27 de junio en INFORMACIÓN, resaltando la exigencia de poderes irrevocables para el delegado general, a pesar de la presidencia de Modesto Crespo, lo que supone una pérdida de influencia de la CAM y preocupa a sus directivos. El consejo de la CAM delega prácticamente todos su poderes en la presidencia y en el director general, por lo tanto es una práctica conocida por la entidad y saben de qué se trata.

Por ello es necesario recordar la especificidad de las cajas, lo que las diferencia y las legitima: la existencia de las obras sociales. No hemos visto voces de apoyo o apuntes sobre el futuro papel de la Obra Social de la CAM, ni parece que se hubiera tomado en cuenta una relación comparativa del contenido y la dimensión de cada obra social, como se hizo con la morosidad, la diversificación de las inversiones participadas o la liquidez de cada una.

Esto se debe a que las obras sociales respectivas, en la vía SIP, pueden mantener su independencia, pero no pueden quedar fuera del proceso por la obligatoriedad legal de que inviertan parte de su beneficio en las obras sociales. Por eso, ante este silencio, debemos estar atentos a lo que puede ser un efecto vicario de las fusiones: la posibilidad de una tendenciosa y progresiva banquerización de las cajas, lo que afectaría a las obras sociales. Este peligro estaba también contenido en la letra pequeña al que aludía el director de INFORMACIÓN.

La fusión debería servir para sanear y racionalizar la estructura operativa y funcional de las cajas, pero también para redimensionar y actualizar el papel de las obras sociales.

La obra social no debe convertirse en el patio trasero de las cajas fusionadas, por el contrario, debería seguir siendo uno de los salones principales.

La Obra Social de CAM, es la mayor empresa cultural y social solidaria de la provincia de Alicante y de la Comunidad Valenciana. El presupuesto del año 2009 ha alcanzado la cantidad de 70 millones de euros, el mayor de toda su historia. Duplica el presupuesto de Cajastur, triplica el de Caja Cantabria y cuadruplica el de Caja Extremadura y ha crecido en los últimos cinco años a razón de casi 4 millones de euros, mientras las otras cajas del actual grupo lo hacían a razón de 1 ó 2 millones anuales. Pero las diferencias inter-obras sociales no sólo son cuantitativas, sino también cualitativas.

La Obra Social CAM destinó en los últimos cinco años del 30 al 37% de su presupuesto a su línea de solidaridad hasta alcanzar el 50% en el 2009, para sintonizar con la mayor preocupación social de estos tiempos: la exclusión y la desigualdad.

La CAM generó en los últimos años tres programas estrella: a) el programa mujer e igualdad contra la violencia de género; b) CAMON, el mayor programa generado hasta ahora en Alicante de comunicación virtual, con un alcance nacional e internacional; y c) la creación de la Fundación Rosé, un programa que une solidaridad con responsabilidad social corporativa e investigación en I+D. Y, además, aggiornó sus programas medioambientales, mantiene la mayor empresa cultural de un altísimo nivel, como es el Aula de Cultura, polifacética y universal. En lo local y provincial, sostiene el programa CAM Encuentro, una red de apoyo a organizaciones sociales, culturales y asistenciales, repartiendo hasta dos millones de euros anuales.

Ninguna de las cajas asociadas tienen programas de tal envergadura.

Caja Extremadura promociona cultura, asistencia social y sanitaria, educación e investigación y patrimonio histórico y artístico, pero carece de programas significativos sobre mujer e igualdad. Caja Cantabria insiste en la responsabilidad social corporativa y programas de acercamiento solidario. Cajastur valora la solidaridad con los sectores más desfavorecidos y la cooperación para el desarrollo e investigación sanitaria. Pero ni esta caja ni la anterior destacan por sus programas de mujer e igualdad.

Tenemos una caja al 40% en la participación en la nueva estructura, (frente a un 40% de Cajastur -ahora cuestionada-, 11% de Caja Extremadura y 9% de Caja Cantabria ), pero en la dimensión de la obra social, la asimetría debería ser claramente favorable a la CAM y debería compensar protagonismo.

La Obra Social de la CAM, debería liderar el proceso de articulación de las obras sociales. Las cajas de ahorro invierten el 70% de los recursos destinados a obras sociales en sus regiones de origen, pero ¿qué hacer con el 30% restante? Algunas ideas: constituir un fondo integrado para la creación de programas interregionales ampliando el escenario cultural y social cuadruplicando sus efectos.

CAMON operaría en cada región de las cajas asociadas. El programa mujer, pondría en cuestión los factores sociales y regionales de la violencia de género y la Fundación Rose extendería sus objetivos a las empresas de las regiones concernidas. La presencia de actos y eventos culturales significativos programados se redimensionarían bajo el principio de itinerancia, con efectos de multiplicación automática de beneficiarios.

La Obra Social de CAM se enfrenta a un reto estratégico de crecimiento y ampliación inter-regional. Oportunidad única en un nuevo escenario que legitima la presentación de actividades de la obra social en otras comunidades. La CAM cuenta con un equipo de obras sociales cualificado, creativo y profesional para dar el salto y abandonar el resabio provincianista.

Si aplicamos legítimamente el concepto de fusión e incorporamos al mismo a la Obra Social, se abre un panorama fascinante para la CAM a condición de que asuma, por fin, su destino de liderazgo sin complejos.