Estimados turistas y visitantes:

Bienvenidos a nuestra tierra, que también es vuestra. Os estamos esperando todo el año y con gozo celebramos vuestra llegada puntual. La acogedora Diócesis de Orihuela-Alicante os da la bienvenida. Somos conscientes de que, sin vosotros, nuestra Iglesia particular sería distinta. Y estaría menos poblada, sobre todo, en verano.

Disfrutemos juntos de la riqueza que ofrece el cambio de hábitat y la convivencia con otras personas. La interacción y la influencia mutua de culturas, costumbres, ambientes, etcétera, abren el horizonte de nuestras mentes y favorecen el respeto y el agradecimiento recíprocos.

Las vacaciones estivales son siempre merecidas. Tras meses de duro trabajo conviene salir de la rutina y olvidar los problemas cotidianos que a todos nos fatigan. Llega el momento, como decimos coloquialmente, de "cargar pilas", de disfrutar de un tiempo de descanso y de tranquilidad. Dios nos anima a ello cuando leemos: "Éy cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera" (Gn 2,2).

El Supremo Hacedor descansa de su actividad creadora. Un ejemplo que el hombre debe imitar. También Jesús repite la lección. Con frecuencia se retira con sus apóstoles a un lugar apartado, para descansar un poco, orar con toda calma y hablar con sosiego a los suyos.

Nosotros, en cambio, acostumbrados a continuos ruidos y ajetreos, nos hemos familiarizado tanto con la hiperactividad y el estrés, que llegamos a pensar que es algo que irremisiblemente hemos de padecer. Más aún, hay personas que consideran el ocio como algo negativo. Quizá no sepan estar en calma y sin trabajo. Tienen las prisas metidas en su cuerpo. Piensan que con tanto como queda por hacer, la inacción es una pérdida de tiempo. Alguno, incluso, llega a vivir sus vacaciones con cierto remordimiento.

Es un error. Dios quiere que periódicamente dejemos de trabajar y que nos relajemos. No somos máquinas. Somos seres humanos que necesitamos tiempo y medios adecuados para madurar como personas y como hijos de Dios. Y esto lo experimentamos en vacaciones.

Las vacaciones son, por otra parte, el periodo más propicio para realizar algo que durante el año nos agrada y no podemos hacer: leer, practicar un deporte, desarrollar un hobby, conocer el bagaje artístico-patrimonial de uno u otro lugar, o estar en contacto saludable con la naturaleza. "La montaña, en particular -nos recordaba el Papa Benedicto XVI-, evoca la elevación del espíritu hacia las alturas, hacia el "alto grado" de nuestra humanidad que, por desgracia, la vida diaria tiende a rebajar" (8.7.2007). Junto a la sana diversión también es momento idóneo para encontrarse uno consigo mismo y con Dios. De este buen hacer, nos alecciona la mirada limpia y atenta de San Francisco de Asís, que descubría en cada cosa la huella del Creador. Y la lectura meditada de la Biblia, que predispone al diálogo con nuestro Padre Dios, favorece, sin reloj en mano, el incremento de la oración y la recepción más frecuente de algunos sacramentos, el del perdón y la misericordia, por ejemplo.

Inculcar valores cristianos. Sin que falten tampoco, en este periodo vacacional (hoy más que nunca, por la dispersión familiar), las ocasiones de estrechar lazos familiares, fortaleciendo el amor de unos miembros con otros. Así como la relajada convivencia de cónyuges, padres e hijos para fomentar el diálogo e inculcar valores cristianos, tan olvidados y casi, casi, irremisiblemente perdidosÉ

En nombre propio y en el de los sacerdotes y parroquias de esta Diócesis, os ofrezco a todos, repito, una fraterna amistad y una cálida acogida. Con el deseo acariciado de veros en la casa del Señor, en nuestras celebraciones litúrgicas.

Felices vacaciones y buen descanso, con una estancia, más o menos larga, pero siempre serena y beneficiosa en nuestra tierra y en nuestro mar, el Mediterráneo.