Como ocurre frecuentemente con nuestra tierra, nos quedamos inmersos en debates estériles o irrelevantes y tomamos escasa conciencia de los problemas que nos afectan. La situación de la Comunidad Valenciana es preocupante, pero lo es aún más la ausencia de iniciativas importantes, o debates que nos ayuden a apuntar hacia una dirección correcta. Hoy entre el Levante Feliz de la Fórmula 1 quisiera refrescar algunos temas, por otra parte bastante conocidos.

Empecemos por la deuda. La Comunidad Valenciana lidera sistemáticamente el endeudamiento autonómico español. La relación entre la deuda y la riqueza regional arroja el peor índice de toda España en la Comunidad Valenciana. En términos absolutos superamos a Madrid (con un millón largo de habitantes más que nosotros). Los entes autónomos (universidades, radiotelevisión valenciana, largo etcétera...) también lo están a niveles realmente preocupantes.

Pero lo peor de todo es que ese gasto público no está favoreciendo ni lo más mínimo los factores de competitividad de nuestras empresas, el gasto social o los servicios básicos... variables de las que distamos mucho en situarnos a la cabeza de España. Hemos hipotecado bastante nuestro futuro. Y los tiempos que vienen no son nada buenos. Es de aventurar una inoportuna (cíclicamente hablando) magnitud de recortes muy importante, solo aplazada por el calendario electoral autonómico.

En el sistema financiero, nuestra Comunidad ha perdido a Bancaja con una fusión fría difícil de comprender estratégica y financieramente desde un punto de vista autonómico valenciano. La fusión fría de la CAM, en un marco de fortaleza política inexistente, corre también riesgos importantes dado que requiere de una estrategia activa e inteligente en la que los apoyos políticos serían decisivos. Aunque, dicho sea de paso, los acontecimientos normativos futuros quizás dejen este debate en agua de borrajas. Sea como fuere, hemos roto el mapa financiero regional y es difícil encontrar una explicación coherente. Es un problema adicional todavía más importante si lo unimos al endeudamiento anteriormente citado.

Tenemos la segunda tasa de paro más alta de España, tras Andalucía. Nuestro sistema productivo tiene importantes debilidades tras muchos años en los que hemos acentuado nuestra dependencia del ladrillo. Ni la más idónea reforma laboral o impositiva serían suficientes para solucionar los problemas estructurales de fondo de la economía valenciana. Su dinámica exportadora en los últimos diez años es altamente significativa para quien esté dispuesto a entender que la competitividad y la debilidad de la base productiva es un problema de extraordinaria envergadura en nuestra Comunidad.

Comparativamente, tenemos uno de los sistemas educativos más débiles de España producto de más de quince años de improvisaciones, errores y carencia de un modelo coherente y sujeto a las necesidades sociales de nuestro tejido productivo. Todavía hoy asombra el cariz de algunos debates y temas que surgen en la agenda educativa más actual.

En este breve espacio no puedo extenderme más, pero en síntesis insistiría en que hay que tomar conciencia de nuestra situación lejos de triunfalismos o poses electorales. El ruido de la Fórmula I parace dejarnos sordos ante los problemas. La situación actual exige políticas muy activas e inteligentes, una gestión eficiente, fuera de proyectos e iniciativas grandilocuentes pensadas para proyectar imagen. En vez de centrarnos en eventos de fin de semana, sería mucho más necesario respaldar al sistema económico (empresas, parados...) durante los 365 días del año.