Como un fantasma pasó ayer por Alicante el jefe del Consell en el día grande de las fiestas de Hogueras. En vez de presenciar la mascletà desde el lugar que por cargo institucional le correspondía, Camps optó por camuflarse entre el gentío que a esas horas había tomado Luceros para disfrutar de la pólvora y tiempo le faltó para marcharse a guarecerse al castillo de Santa Bárbara, donde se celebró la comida de San Juan, tras un paseíllo por los racós de los medios de comunicación que fue visto y no visto. Muy bien no deben andar las cosas por el Palau para que el comportamiento de su ocupante sea el que se vio ayer. ¿Qué lleva a un político a evitar encontrarse con los vecinos de la segunda ciudad más importante de la Comunidad que preside? ¿A qué extremo ha llegado el jefe del gobierno autónomo para evidenciar públicamente sus temores de esa manera? Y lo más imporante: ¿dónde estaba ayer Juan sin miedo?