En medio de la creciente rumorología sobre España y cuando diarios serios (no sólo anglosajones) especulan sobre el momento en qué se producirá el rescate a la griega de España, siempre aparecen aquellos capaces de arreglar nuestros problemas en un plis-plas, porque somos los más mejores.

El último ha sido el presidente de la inmobiliaria Sacyr, Luis del Rivero. Mientras economistas de prestigio (como Luis Garicano) propugnan reformas estructurales (en materia financiera, laboral, sanitaria o de pensiones) y abogan por una menor dependencia del ladrillo, Del Rivero afirma que no hay que cambiar a éste por el I+D "porque tardaríamos 100 años". Además, para solucionar la burbuja de la deuda pública, "lo que hay que hacer es darle a la máquina de imprimir dinero". Así, las cigarras no pagan la deuda, aunque se pueda crear hiperinflación. Con dos cÉ, sí señor.

La cuestión es que debemos elegir: o seguimos con lo que proponen Del Rivero y David Taguas, presidente de la patronal inmobiliaria SEOPAN (hace un año, defendía que nuestro modelo económico, basado en el ladrillo, "no es malo") u optamos por mejorar el sistema educativo, reformar el mercado de trabajo y orientar nuestra economía a productos de alto valor añadido, con vocación exportadora.

El problema es que esto último implicaría sacrificios a corto plazo y esperar una generación a que diera algún (incierto) resultado. Así que es de temer (si afuera no lo remedian) que se siga con la opción Rivero-Taguas, pese a que este último aseguraba, no hace mucho, que debíamos tirar del gasto público para recuperarnos y que "nuestro sistema financiero era el mejor del mundo". Un visionario, sí señor.