Ahora Merkel apoya las medidas que ha puesto sobre la mesa el Gobierno español, lo que ha dado un balón de oxígeno a Zapatero, metido en una encrucijada difícil de sostener. Sin embargo, puertas adentro, para la cancillera alemana -cuyos cambios de criterio ponen en jaque la propia existencia de la Unión Europea- no parece estar de acuerdo con la manera de financiarse de la banca española. Igual tiene razón o igual no, creo que ni los expertos lo saben. Lo cierto es que a día de hoy -mañana vaya usted a saber, tal y como se precipitan los acontecimientos- el Santander y el BBVA encabezan la lista de entidades más solventes de Europa. Y además España ha forzado a sus socios comunitarios a que se publiquen en julio los exámenes realizados a las mayores entidades financieras del Viejo Continente para saber si pueden aguantar situaciones extremas en los mercados, lo que no ha gustado demasiado a los banqueros alemanes, nada favorables a enseñar sus tripas. Se busca algo tan difícil en nuestros días como la transparencia total. Basta ya de mentir y maquillar resultados. El sistema financiero español ha demostrado durante la crisis una mayor solidez que en otros países afectados por la recesión a pesar de que hay cajas en dificultades por el estallido de la burbuja inmobiliaria, lo que ha provocado un notable aumento de la morosidad, que es la más alta de los últimos 15 años. Pero lo que no puede consentir un bloque económico como el europeo es que cualquiera de sus socios pueda irse a pique a base de rumores y especulaciones interesadas. Que la situación es mala, todo el mundo lo conoce, pero no se puede contribuir a desequilibrar Estados a base de malos presagios o noticias maliciosas que persiguen fines abyectos. El Continente quizá necesite una recuperación de la socialdemocracia, ahora en huida o casi desaparecida, porque está visto que la política neoliberal que aplican algunos gobiernos con peso, como el alemán, nos está llevando al fracaso del modelo de construcción europea y del Estado del Bienestar.