Aspe tiene que volver a recuperar su innato espíritu de superación que se encuentra en letargo desde hace tres largos años. Tenemos entre todos que volver a sacar la iniciativa, las ganas, la fuerza y el tesón que durante las últimas décadas convirtió nuestro pueblo en un referente provincial en cuando a desarrollo y diversificación económica. Una pujanza económica -que viene de la mano de muchos y valiosos empresarios y trabajadores-, que también se materializó en más y mejores servicios públicos. Entre ellos el Teatro Wagner, el pabellón cubierto, Casa del Cisco, centro de salud (hoy insuficiente), nuevos colegios e institutos, piscina cubierta y muchos servicios sociales municipales que han solucionado problemas cotidianos.

Aspe debe volver a pensar en su gente; y las gentes en Aspe. Hoy sufrimos una depresión que se arrastra y se magnifica desde hace tres años como síntoma de una falta de impulso municipal que, desgraciadamente, se manifiesta en la merca de la calidad de vida de los aspenses. Los síntomas depresivos son la constatación de una falta de perspectivas, ausencia de liderazgo y pérdida del horizonte común. Pero no es momento para el pesimismo.

Afortunadamente este pueblo tiene un enorme espíritu de superación que nos ha hecho a los aspenses, a lo largo de la historia, más fuertes, más resistentes, más grandes y mejores en cada época ante las más compleja y adversa de las situaciones.

Sin embargo, hoy nuestro pueblo requiere una suma de elementos que vuelva a crear el clima necesario para que, desde dentro y desde fuera, se siga pensando en Aspe como lugar de progreso. En estos tiempos donde algunos con responsabilidad se sientan al socaire ante un clima adverso es cuando más necesario resulta sacar adelante proyectos colectivos, ciudadanos, dejando de lado planteamientos políticos que se convierten en pesados lastres.

Aspe requiere completar su desarrollo industrial, apostar por los agricultores y la agricultura desde nuevas perspectivas, volver a cimentar los servicios municipales que se encuentran hoy en peligro y culminar la planta de infraestructuras públicas pendientes (colegios, centro de salud, residencias de día públicas para ancianos, escuelas infantiles). Pero también es el momento de detenerse a pensar en el futuro a medio y largo plazo.

Aspe debe replantearse el futuro, sus relaciones con las universidades, ayudando a sus emprendedores, creando nexos con grandes empresas multinacionales, atrayendo importantes proyectos innovadores en materia tecnológica y creando nuevas alianzas estratégicas con otros municipios vecinos. Tenemos que avanzar en los retos que teníamos hace tres años y que no se han desarrollado. Pero no desde el pesimismo castrante, más bien al contrario, estamos en el momento de pensar que la oportunidad de que Aspe siga siendo Aspe es volver a inventarse a sí misma desde su espíritu de superación como ha hecho siempre este gran pueblo.