De adolescente, coleccionaba esquelas, lo que preocupaba a mis padres. En algún momento, no sé por qué, dejó de agobiarles y comenzó a hacerles gracia. Cuando llegaba a alguien a casa, lo llevaban a mi habitación, para que viera las paredes forradas de esos recuadros negros con una cruz en la parte de arriba. Aquellas visitas empezaron a cargarme. Yo, entonces, era Rimbaud los lunes, miércoles y viernes, y Verlaine los martes, jueves y sábados. No me viene a la cabeza quién era los fines de semana, quizá porque dependía de la peli que pusieran en el López de Hoyos, el cine de mi barrio. Me metía en él a las cuatro de la tarde y no salía hasta las nueve o las diez de la noche, tragándome dos películas en sesión continua. Al pisar la calle, era el protagonista de una de las películas que acababa de ver. Me costaba un mundo regresar a la realidad, donde, como he dicho, sufría el delirio de ser Verlaine y Rimbaud.

La esquela es un género periodístico poco evolucionado, un corsé cuyo éxito radica, quizá, en esa esclerotización. En principio, sólo tiene una función de aviso: ha muerto Fulano. El otro día me enteré del fallecimiento de un amigo de la juventud gracias a la esquela aparecida en el periódico. No acudí al tanatorio, ni siquiera al entierro, pues hacía mil años que no nos veíamos y carecía de sentido. Pero decidí que era mejor saberlo que no saberlo. No es lo mismo pensar en alguien como si estuviera vivo que como si estuviera muerto. Como decía un cómico, no recuerdo quién, a algunos les sienta muy bien la muerte. Del mismo modo que hay personas a las que le sobran unos quilos, hay individuos a los que les sobra la vida. Soy uno de ellos. Lo pienso al menos con frecuencia.

Creo que nunca he dejado de coleccionar esquelas, mentalmente al menos. Me ha venido todo esto a la memoria al enterarme de esa guerra de esquelas llevada a cabo por los deudos del empresario Luis García Cereceda. Lo nunca visto: la familia está matándose a esquelazos. Piensan que cuanto mayor sea la esquela que ponen en los periódicos, más herencia recibirán. La esquela, en fin, como inversión.

A ver qué rentabilidad sacan.