El obispo diocesano, monseñor Rafael Palmero Ramos, ha escrito una Carta Pastoral "a los turistas y visitantes", con ocasión de la venida de éstos a nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante. La titula "Descansar para serenarse y madurar". En ella, además del saludo de bienvenida y de acogida cordial, resalta el sentido beneficioso que tiene la práctica turística, y le da una complementación religiosa. Recuerda el "descanso de Dios" de su actividad creadora, como escribe el Génesis (Gen. 2,2). También menciona la costumbre de Jesucristo de "retirarse con sus apóstoles a un lugar apartado para descansar un poco, orar con calma y hablar con sosiego a los suyos". El descanso turístico es una imitación de estas prácticas de Dios y de Cristo. Además, recuerda el Obispo que el turismo tiene una finalidad humanística: "La interacción y la influencia mutua de culturas, costumbres, ambientes, etcétera, abren el horizonte de nuestra mente y favorecen el respeto y el agradecimiento recíprocos". También beneficia a la familia, ofreciendo "las ocasiones de estrechar los lazos familiares, fortaleciendo el amor de unos miembros con otros, la convivencia de los cónyuges, de padres e hijos, fomentando el diálogo e incrementando los valores cristianos". También fomenta el contacto saludable con la naturaleza, facilita una serie de actividades que, durante el año de trabajo, no se pueden realizar, como la lectura, el deporte, el conocimiento del bagaje artístico-patrimonial de uno u otro lugar, etcétera. Finalmente, pone el ejemplo de san Francisco de Asís, que "descubría en cada cosa la huella del Creador, y recomienda aprovechar el tiempo libre para la lectura meditada de la Biblia, que predispone al diálogo con Dios, nuestro Padre, favorece el incremento de la oración y la recepción más frecuente de los sacramentos". Concluye la Carta Pastoral con unas palabras sumamente amables: "En nombre propio y en el de los sacerdotes y parroquias de nuestra Diócesis, os ofrezco a todos una fraterna amistad y una cálida acogida. Con deseo de veros en la Casa del Señor, en nuestras celebraciones litúrgicas". Más cordialidad no cabe.