El 80 por ciento de los españoles está convencido de que el año que viene será aún peor que éste, según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La verdad es que me sorprende que todavía haya un 20 por ciento de ciudadanos de este país que, visto lo visto hasta el momento, crea que en 2011 las cosas nos van a ir mejor. Nada más lejos de la realidad. Estamos en el principio del descenso de la nube de endeudamiento y consumo desmesurado en la que nos habíamos subido la inmensa mayoría de los españoles, tanto a nivel privado como de administraciones públicas. Y ahora toca pagar la fiesta. Todas las consumiciones, todos los viajes, todas las compras... y con sus correspondientes intereses. En ésas nos encontramos; en nuestras casas, intentando hacer frente a las facturas que hemos ido acumulando durante nuestros felices 2000 y, en nuestras instituciones, desde el Gobierno central, pasando por el autonómico, al más pequeño ayuntamiento, que hasta para pagar las nóminas de los funcionarios muchos de ellos han tenido que pasar por la ventanilla de una entidad de crédito. Pero, como decía unas líneas más arriba, todavía estamos en el primer agujero de ese cinturón que nos vamos a tener que apretar para salir cuanto antes mejor de esta terrible crisis que ha dejado en el paro a más de cuatro millones de personas en este país. Y visto cómo se las están gastando en otros países de nuestro entorno -donde ya han subido la edad de jubilación a 67 años, donde existe el copago en sanidad, donde tienen un mercado laboral más flexible- mucho me temo que ya podemos ir poniendo nuestras barbas en remojo. Pero, pese a todo, no puedo dejar de tener la sensación de que algunos que también han tirado de Visa durante estos años, se van sin pagar los gastos de la fiesta.