En la guerra financiera de las Comunidades Autónomas en torno a las cajas de ahorro, la valenciana ha perdido claramente respecto a las demás. Sus dos buques insignias, Bancaja y CAM, han caído en manos ajenas a la Comunidad. Ni políticos ni empresarios ni directivos ni sociedad han estado a la altura y han propiciado con sus enfrentamientos, tan viscerales como atávicos, que la Comunidad se haya quedado compuesta y sin novio. Tanto una como otra están en manos ajenas. Una, la alicantina, juguete roto que tratará de arreglar el nuevo consejero delegado de la novísima corporación financiera surgida de la fusión fría, Manuel Menéndez, que desde Asturias lidera la fórmula SIP aun siendo representante de una entidad de bastante menor envergadura que la CAM. Otra la valenciana al albur de las decisiones económico-políticas del nuevo emperador de las cajas de ahorro españolas, Rodrigo Rato, que se permite incluso el lujo de, de entrada, trasladar la sede social a la capital del Turia, en detalle que no muestre un hostigamiento excesivo hacia el poder financiero y político valenciano que al fin y al cabo es de la misma tribu, popular.

Una, la alicantina de mayoría popular, en manos de una corporación de influencia socialista. Tanto los órganos de gobierno de Cajastur, como Caja Extremadura y Cajacantabria cuentan con mayoría de miembros del partido de Ferraz, ello sin contar con la absorbida por los asturianos Caja Castilla-La Mancha. Siendo la de mayor volumen con diferencia, aporta unos 75.000 millones de activos, sobre un total que no supera los 110.000 -con la manchega rozaría los 130.000-, la CAM únicamente tiene el 40% de la criatura surgida de la SIP. Otra, la valenciana, si en un principio mantendrá a duras penas un cierto equilibrio cara a la galería, finalmente será fagocitada por Cajamadrid, tanto por la mayor envergadura de la caja madrileña, como por el personalismo de su presidente, ejecutivo en este caso, que supera ampliamente a Olivas en cualquier terreno que se les compare. El glamour, los conocimientos, las conexiones nacionales e internacionales, la relevancia política y social de Rodrigo Rato dejan a Olivas en el lugar que le corresponde, sucesor in pectore de Zaplana en el Consell, y presidente de Bancaja como premio a fidelidades y posterior conversión a otras causas.

Única autonomía de las importantes que se queda sin caja propia. Cataluña, Andalucía, Galicia, País Vasco, por supuesto Madrid, hasta Castilla León y Aragón, dispondrán de cajas de ahorro más cercanas a sus ciudadanos, lo que ha sido siempre uno de los valores fundacionales de las entidades de ahorro desde mediados del siglo XIX cuando se crearon en torno a los montes de piedad. Nuestra nula visión de futuro y las luchas tribales de partidos y dentro de los mismos, que desgraciadamente se han trasladado a la sociedad, nos han dejado con un palmo de narices y sin caja que llevarnos a la boca.

Sic transit gloria mundi, frase que viene al pelo para las dos cajas de la Comunidad Valenciana que no han sabido ni querido dejar de lado sus resentimientos vecinales y se han visto abocadas a tomar el camino que inevitablemente les llevará, más pronto que tarde, a su desaparición tal y como hasta ahora las hemos conocido. Adiós, cajas, adiós.