Siete millones de euros al año va a ahorrar la Corporación al eliminar el Canal Cultural.es, aprovechando los contenidos del citado canal, muerto antes de nacer, como nutrientes de La 2. El Canal Cultural estaba en pruebas desde hace año y medio. Oficialmente debía haber nacido el pasado 23 de abril, Día del Libro, saltando de su invisibilidad de un dial perdido de Digital + al mapa de la TDT.

El silencio imperante a partir de aquellas fechas nos hacía presuponer lo peor. Entendiendo como peor lo que ha ocurrido: que el Canal Cultural nunca llegase a ser.

Lo realmente difícil de asimilar son las cifras. Qué son siete millones de euros. Qué son siete millones comparados con los presupuestos que mueve una Diputación Provincial de provincias, valga la redundancia, puestos a citar entes de los que teóricamente no se conoce su utilidad. Qué son siete millones medidos en términos de inversión televisiva si los cotejamos con las cifras que se mueven por los derechos de las motos, los Mundiales y los Juegos Olímpicos.

El Canal Cultural, desde luego, sí habría sido útil. Como Radio Clásica. Como tantos otros servicios públicos. Lo realmente difícil de asimilar de toda esta historia es el gesto. Ese feo gesto de arremeter, a la primera de cambio, contra la cultura, la partida más vulnerable. Pueden coexistir teletiendas, canales deportivos e informativos, pero uno monográfico de cultura parece un dispendio.

Hablando de gestos, no sé a qué espera el diario El País para restituir su programación en la segunda de las columnas de la parrilla de la programación. Creo que merece ese espacio mucho más que otros. Un canal que en 2016 cumplirá sus bodas de oro, aunque a algunos no les importaría enterrar antes.