La calle, a veces, es un espacio muy acogedor. En ella te sientes arropad@ y cómplice, personaje clave de la diaria tragicomedia de la vida ciudadana. Y es un inmejorable lugar de observación para analizar las actitudes de muchas pobres personas que sin superar la condición de criados serviles, mal pagados y peor contratados, por una misteriosa mimetización con sus señoritos eventuales se creen "descendientes de la pata del Cid" y se toman las atribuciones, siempre ridículas, de actuar como déspotas con la gente de a pie.

Se pudo ver durante largo rato el sábado pasado por la mañana frente al Ayuntamiento: un energúmeno que trabajaba para los del cine colocando sillas del acto que tendría lugar a la noche. Pues al menda (que no era Bigas Luna ni Tarantino) le cabreaba tanto la concentración por el vertedero que no paró de organizar cirios con las vallas, empujando al personal con ellas hasta la calzada, "¡la plaza la he contratado yo y esta furgoneta es mía y no la roza nadie!", se desgañitaba. Craso error: él era un contratado más, la furgoneta era de alquiler y los manifestantes teníamos tanto permiso como él para estar allí. La poli municipal lo captó al vuelo: si nos empujaban fuera de la plaza nos obligaban a cortar la circulación de la calle. Así que el energúmeno, previo insultos y amenazas a los abuelitos que se defendían del sol al parco amparo de la furgoneta y a los que desalojó de allí a berrido limpio, tuvo que recular. Se siente: la calle es de todos.

A un lado del portón del Ayuntamiento, abierto porque había boda, se torraba al sol la muñeca hinchable con peluca de lana amarilla en cola de caballo que representaba a la "Santa Sonia" donde ofrendamos las basuras (simbólicas) de las partidas. Hubo cantos, con música de "Valencia" y "La Zarzamora", he aquí una muestra: "qué pasa por las partidas / que los vecinos /tosen y tosen por los rincones, / y es que tenemos la mierda / que ya nos llega hasta los pulmones. / Sonia tuvo toa la culpa / porque ella consintió / que nos trajeran la mierda / de Valencia y Castellón". Etcétera. Por cierto, no jorobamos la boda: aparcamos nuestras reivindicaciones cuando salieron, coreamos con vigor ¡Vivan los novios! y ¡Que se besen! y les ovacionamos con simpatía, ya tendrán ocasión de saber el embolao en que se han metido casándose.

Lo cual que al edil Nino Llorens le faltó tiempo para saltar a los medios manifestando que el vertedero es "perfectamente saludable" (manda huevos, qué diría su conmilitón Trillo), que las emisiones están más de mil veces por debajo de los límites que pudieran afectar a la salud pública, y que si hubiera o hubiese muy de vez en cuando algún olorcillo los responsables son Elche y las instalaciones agropecuarias de la zona, chúpate esa y vuelve por otra. Andresín, hijo: mentira podrida (nunca mejor dicho). Y tú lo sabes, y lo sabe Santa Sonia, y lo saben Inusa, y Ortiz y el sursum corda. No sólo nos estamos cayendo de espaldas de la peste, no sólo nos están comiendo mosquitos y demás: también nos estamos envenenado. Y el Ayuntamiento es perfectamente consciente de ello. Y de que eso no se arregla con macetitas de flores, naturales o de plástico, también.

Así que a los alicantinos no nos queda otra que echarnos a la calle, por unas cosas o por otras. Por eso ayer dimos de mano y salimos de mani otra vez, ésta a ver si el Gobierno central se percata de que está perdiendo el oremus. Mismamente como quienes se quedan rascándose la barriga en casita o en la playa, mientras los cuatro de siempre seguimos dando el careto por todos. Y así, colegas, no vamos a ninguna parte.