Primero fue Grecia y ahora es Hungría la que pone en jaque a Europa. Y todos, o casi todos, quizá el primero Rajoy, mirando a la España "socialista" con recelo y desconfianza. Desde luego en nada ayuda las declaraciones del líder de la oposición diciendo que siempre hay que decir la verdad. Supongo que pensará lo mismo cuando nos metieron en una guerra aduciendo que Irak tenía armas de destrucción masiva. Muy responsable no parecen las declaraciones, aunque persiguen desgastar lo que ya está agotado, es decir, el Ejecutivo de Zapatero. Tampoco parece que Duran i Lleida haya estado demasiado afortunado al señalar que allí donde gobiernan los partidos socialistas es donde peor van las cosas. Que se sepa, fue un partido conservador el que metió a Grecia en un callejón sin salida. Desde luego su "loable" gesto de abstenerse en el Congreso a la hora de votar el plan de ajuste y salvar la legislatura no le da un salvoconducto para no meter la pata o sacar, en escaso periodo de tiempo, los pies del tiesto. La verdad es que nadie acaba de entender lo que pasa. Que dos países con el peso, más bien escaso, de griegos y húngaros puedan hundir el euro, las bolsas y disparar lo que pagamos por la deuda pública, es algo que hace poco tiempo sería impensable. Supongo que existen diversos factores, el más poderoso será la globabilización, aunque me temo que la falta de convicción europeísta de ciertos países ha hecho una Unión Europea con unos cimientos endebles. Que a estas alturas nos enteremos que Budapest falseó datos económicos nos da una idea de que no se han creado mecanismo de control o si los hay, son ineficaces. Quizá si Europa hubiera pensado en una unión política ligada a la económica, estos vaivenes hubieran sido mitigados o al menos con menor impacto. Pero las cosas son como son y desde luego el panorama no es nada halagüeño con o sin Zapatero.