Queda un año para las próximas elecciones municipales y en Elda ya nadie duda de que el grupo multimedia Emidesa ha dejado de cumplir la función de servicio público informativo para la que presuntamente nació en los años 80. En el número de abril del mensual Vivir, la alcaldesa aparece nada más y nada menos que en 23 ocasiones. Se dice pronto. El periódico trae 68 páginas. Por consiguiente, aparece en el 34% del papel. Es indecente que en una ciudad con cerca de 9.000 parados (casi una de cada cinco personas) el Ayuntamiento no tenga empacho en gastar del bolsillo de los contribuyentes un millón de euros al año para pagarle la campaña a su excelencia. Átense los machos, porque lo que hemos visto sólo es la punta del iceberg. Y para más escarnio, desconocemos el gasto en inversión publicitaria y protocolo que sale de las arcas públicas, o lo que es lo mismo, de nuestros bolsillos.

Como periodista y desde la esfera periodística me he tomado la molestia de hacer un estudio de la trayectoria en el último año del periódico "Vivir en Elda". Resulta asombroso el deterioro y la pérdida de credibilidad (lo peor que le puede pasar a un medio de comunicación) que ha tenido esta publicación desde el advenimiento del PP al gobierno local. La alcaldesa sale un promedio de 14 veces cada número y ocupa el 27% del papel. ¿Es ésta la finalidad de un medio de comunicación público?

No es momento de echar la vista atrás y recordar cómo lo hacía el PSOE, pues los ciudadanos ya les han dicho a través de las urnas lo que piensan de su gestión, pero sí que se aprecia en la última legislatura un deterioro de este (presunto) servicio público o tal vez propagandístico que sirve de plataforma publicitaria para el alcalde de turno, costeado con mi dinero y el suyo. En Elda el ambiente está tan caldeado con esta cuestión, que en una red social como es facebook, se ha constituido la plataforma contra la manipulación de los medios de comunicación eldenses, que cuenta con más de cien miembros cuya finalidad es denunciar el concepto informativo que receta el PP local desde hace tres años.

Vaya por delante que de estas críticas quiero exonerar a los trabajadores de Emidesa, a los que respeto, no así a su consejo de administración, que más bien debe asemejarse a una especie de "who is who" más ocupado en censurar a los periodistas, que en velar para que se cumplan los objetivo de un medio de comunicación público de ámbito local, que sencillamente debe ser contar lo que pasa en nuestro pueblo.

Es comprensible y natural que la primera autoridad local tenga más relevancia en los medios de su pueblo, pero lo que resulta sonrojante es que haya números de "Vivir en Elda" que parecen monográficos en honor a su excelencia, que se excluya el debate público, que se cercene la participación ciudadana y hasta que se publiciten actos internos del PP. Hasta el mismísimo Rupert Murdoch está en disposición de sentir envidia de su excelencia.

Tenemos serias dudas sobre la legitimidad de que existan medios de comunicación públicos costeados con el dinero de los ciudadanos. Me consta que UPyD se vio obligado a presentar una denuncia en la Junta Electoral Central contra Televisión Española por sus prácticas discriminatorias y se han enviado quejas al Defensor del Espectador de RTVE por su exclusión en los debates de las elecciones europeas. Otros programas como "59 segundos" o "Parlamento", de RNE, también apartan a las minorías políticas de las ondas y estos entes los administra el PSOE. ETB y Tele Madrid hacen lo mismo.

En Elda tenemos memoria. Tal vez por errores o pura y dura mala fe, el principal partido de la oposición local, el PSOE, se ve obligado a callar, como en tantas otras cosas. Cada palo que aguante su vela. Pregunta: ¿para qué valen los medios públicos?, ¿son medios informativos o plataformas propagandísticas al servicio del partido gobernante? Y no estoy dispuesto a caer en la quimera de pensar que con una gestión eficaz estos males se pueden remediar, pues la práctica demuestra lo contrario. La libertad de expresión surge como exigencia de la sociedad civil. Por tanto, es una falacia concluir que el cuarto pilar de la democracia puede ser administrado por el Estado (o Ayuntamiento).

No parece razonable, ni eficiente para el bolsillo de los ciudadanos, que cuando la oferta informativa está cubierta por la iniciativa privada, tengan que costearse servicios informativos públicos, pues no aportan nada nuevo y disparan el gasto por encima de lo razonable. Y más con lo que está cayendo... Por fortuna estamos en la era de la información, y nada ni nadie puede ya detener la llegada de mensajes a los ciudadanos. En la red de redes cabemos todos. Y al igual que en el Reino Unido nadie ha podido impedir que los ciudadanos escuchasen a un nuevo líder (el liberal Nick Clegg) que ha recibido un amplio respaldo social en las recientes elecciones británicas. Afortunadamente en España y en Elda también se escuchan nuevas voces.