Hace unos días la Alcaldesa de las flores descubría la placa que da nuevo nombre a la conocida hasta ahora como Plaza de las Flores, en el Mercado central, que a partir de ahora se llamará "Plaza del 25 de Mayo". Por ahora, a secas. Para el lector poco informado, recordaré sucintamente la negativa municipal a que en la placa inaugural figurara la palabra "fascista" en la leyenda recordatoria de las 300 víctimas civiles que murieron víctimas de la aviación italiana en el bombardeo que estremeció la plaza hace 72 años, exactamente el 25 de Mayo de 1938. Desde hace tiempo la Asociación Alicante Vivo y la Comisión Cívica para la Recuperación de la Memoria Histórica exigían que en la placa figurara claramente la palabra "fascista" puesto que aviones italianos del régimen de Mussolini fueron los autores de la masacre, en virtud del tratado de colaboración firmado entre el Duce y Franco a poco del inicio de la Guerra Civil. Pero nuestra Alcaldesa se niega a que en la placa, por lo visto en fase de elaboración para ser posteriormente instalada, figure dicha palabra aduciendo lo innecesario de abrir heridas mediante la utilización de determinado léxico. ¿Por qué ese miedo? ¿No sería más fácil llamar a las cosas por su nombre, y así no traicionar o encubrir la historia? Por esta razón la segunda de las asociaciones citadas se negó a asistir al evento, mientras que la primera sí lo hizo expresando una gran carga emocional. El concejal de Cultura Miguel Valor, siempre conciliador, sudó tinta para intentar convencer a los discrepantes sobre lo oportuno de su asistencia; lo que no consiguió. La alcaldesa quiso (y quiere) quitar carga política a la justa conmemoración de la efemérides (son sus palabras), lo que es hartamente imposible. El profesor de nuestra universidad D. Miguel Ángel Pérez Oca lo explica todo estupendamente en su interesante libro "25 de Mayo: la tragedia olvidada", comparando el trágico suceso de Alicante con el bombardeo de Gernika; silenciado el primero durante muchos años es muy conocido el segundo por el cuadro de Picasso que es, si cabe, más estremecedor que la utilización de la palabra que asusta a nuestra primera edil. Espero y deseo que el sentido común impere y que la placa a instalar complete la sencillez de la existente con una explicación rigurosa y veraz de lo que se quiere recordar. Y si nuestra Alcaldesa de las flores intenta nadar y guardar la ropa, no parece suceder lo mismo con su homóloga en Valencia. Dª Rita Barberá, a lo que se ve buena gestora de fondo pero nefasta en sus formas, que no tuvo empacho en declarar, tras poner a caldo al Presidente Zapatero como es su costumbre, que "comprendo que su mujer esté harta". Un comentario impropio de un político, y no encuentro otra forma de calificarlo sino de imprudente. De forma más contundente lo ha hecho Miguel Ángel Aguilar en la SER, advirtiendo a la gran dama que si se permite invadir el terreno privado hablando de los cónyuges, ha abierto la veda para que cualquiera se refiera a ella en términos menos suaves. Lo dicho, imprudencia.

La Perla. "Contrariamente a lo que en un principio creíamos, informaciones de fuentes fidedignas aseguran que el detenido, a pesar de que es hijo ilegítimo, hacía una vida totalmente normal" (El Alcázar, 1 diciembre 1969, del libro de Evaristo Acevedo El despiste nacional). ¿Cómo llamar a esto? Sencillamente gilipollez!