Ángel Nieto ha dicho en infinidad de ocasiones que para ser campeón del mundo hay que ser muy bueno, disponer de una gran moto y tener suerte. A estos tres requisitos yo le añadiría el de estar en un buen equipo.

Nico Terol ha tenido suerte este año y ha encontrado un buen equipo, además está demostrando que es un buen piloto y pese a que su moto no es una "pata negra" es una buena moto. Esto nos permite soñar. La escudería en que uno milita es de vital importancia, sobre todo lo a gusto que el piloto se sienta en ella y sino valga como botón de muestra el Nico que la pasada temporada se arrastraba con su Derbi como alma en pena por los circuitos y este año vuela con la Aprilia y hasta se permite el lujo de liderar durante varias vueltas los grandes premios, metiéndole la rueda con valentía a todos sus rivales sin importarle el nombre, el palmarés o los títulos de estos.

En el mundial, puedes creer que eres bueno, puedes serlo, hay que demostrarlo también, pero todo, absolutamente todo, no sirve para nada si no encuentras el lugar adecuado para expresar todo lo que llevas dentro como piloto.

Y en WRB (el equipo de Terol); la profesionalidad y la experiencia mundialista de Pep Crivillé, Santi Mulero y Manolo Burillo, junto al asesoramiento y sabios consejos que Sito Pons y el alteano Batiste Borja le dan al piloto han conseguido que los alicantinos veamos las carreras con más ilusión y por primera vez en la historia con uno de los nuestros rodando siempre en cabeza y, lo que es más importante, que aspira a todo.