o nos engañemos, y es que a estas alturas y tras un decenio, el PGOU está malherido o más bien herido de muerte; ya no sólo porque expira el plazo establecido para su exposición y aprobación del PGOU, que puede convertirse en la puntilla a pesar de las trampas desde Conselleria de Urbanismo, sino porque la posibilidad de desarrollar PAIs ha desgajado gran parte del contenido del Avance, desnaturalizando lo que en él se planteaba, con el beneplácito e interés del alcalde.

Basta con revisar el planteamiento lanzado hace 8 años y comprobar cómo algunas zonas del extrarradio planteaban un crecimiento moderado considerando diversos factores como el PATEMAE (¿se acuerdan de la conexión Elx-Santa Pola-Alicante?);, PATRICOVA (zonas de riesgo inundación); o movilidad entre otros. Como ejemplo que ilustra este cambio tenemos el planteamiento para el desarrollo de Rabassa, donde no alcanzaba las 8.000 viviendas, zona de recreo y deportiva y el respeto a las "balsas" o lagunas y el hito del Cerro del Gallo.

Una despolítica territorial que ya sufrimos los ciudadanos, pues en estos planes no se contempla una serie de servicios, condiciones previas y dotaciones que sí se establecen en el PGOU.

Abusar, por tanto, de una figura como son los planes parciales, establecida como aplicación excepcional dentro de la ley urbanística, desvirtúa y abandona las verdaderas necesidades de la población en pro de unas suculentas ganancias a los promotores amigos y una política del parche que saltará en pedazos. Una visión peligrosamente reduccionista donde el concepto de crecimiento se relaciona sólo con más hormigón y terrenos en propiedad.

Por otro lado, la visión global de la metrópolis posibilita adecuar y establecer diferentes servicios que los PAIs no suele contemplar. Veamos algunos factores donde se vislumbra esas carencias por retrasar el PGOU.

Dotaciones sociales: básico y primordial, sus instalaciones escolares, deportivas, sanitarias, seguridad, policía, bomberos... Actualmente se abordan con planes especiales como el del centro tradicional y el insuficiente de la zona norte.

Zonas y corredores verdes: parques, cordones y bulevares verdes. Donde el déficit es alarmante, sólo hay 3,5 m2 de manto vegetal por habitante.

Movilidad: Se contempla conexiones de viales de transporte, accesibilidad y movilidad sostenible, con carriles bici, carril bus, etecétera. El presente apuesta por el vehículo privado, aparcamientos en el centro y desdoblamientos de carriles (como en la avenida de Dénia);, además de un encarecido tranvía.

Ajustes y armonía con los municipios limítrofes: no hay planificación comarcal, basta con ver la proyección y los PGOU de El Campello o Sant Joan donde recalifican a urbanizable casi todo su término municipal.

Equilibrio centro-periferia: se pretendía en el concierto previo del PGOU un control del hábitat disperso en pedanías y extrarradio. La tardanza ha dado como resultado un crecimiento desordenado e inconexo si observamos la Condomina, Rabassa, Nuevo San Blas, Pino-Ruaya, etcétera.

Cultura participativa: el PGOU tiene un tratamiento más democrático y global que los PAIs, requiere una reflexión sobre el modelo de ciudad y unos pasos que integran los diferentes factores sociales, económicos y culturales vitales para la buena salud de la ciudad y sus habitantes.

Patrimonio: ya sea arqueológico, arquitectónico o natural. Otros afectados del retraso y en franca decadencia, maltratando la historia, la identidad y de paso las posibilidades de un turismo de calidad. ¿Realmente hay un catálogo de edificios protegidos? Miren lo que queda del Ideal, de la estación de Benalúa, de la Serra Grossa, de Aguamarga, Infraestructuras portuarias: Alicante es una ciudad marítima y enlazada al desarrollo de su puerto, mira (o miraba); al mar con orgullo y ahora parece que torres de silos, humos y elementos nocivos pueden ser los nuevos vecinos de Benalúa, Babel y San Gabriel.

Todos estos factores conjugados sirven para optimizar los propios recursos y no establecer pequeñas, o no tanto, aldeas con sus servicios desconectados al resto. Un PGOU establece un modelo de ciudad, nos guste más o menos, pero con una línea, un orden y racionalidad ante los retos que se establecen en la entrada del siglo XXI. No tenerlo a estas alturas es ahogar a la ciudad, negarle una dirección, y este alcalde no es que esté pasivo ante esta circunstancia sino que es quien tira de la cuerda.

Es verdad que algunos PAIs contemplan su equipamiento, servicios y zonas verdes, pero sólo circunscrito a su desarrollo interno e independiente, suponiendo un gran error para la configuración general del municipio.

Un retraso, pues, que ha arrastrado a un bloqueo en la gestión de diversas concejalías y a lo que no podrá esperar establecer acciones en detrimento de la salud y bienestar de la ciudadanía.

Una inexplicable demora que ha supuesto una reducción de servicios y calidad de vida, pues recordemos que en los últimos 10 años la población se ha incrementado en más de 60.000 habitantes y el PGOU vigente es del 87. Prórrogas que sólo han beneficiado a los constructores poniendo en peligro la rehabilitación de viviendas del centro o los empleos de muchos conciudadanos.

Así pues, entrando en la cuarta legislatura con el mismo alcalde, seguimos sin PGOU, pero además sin Palacio de Congresos, plan especial de protección de Tabarca, Agenda Local 21 aplicada o pacto por la movilidad. Sin embargo el ritmo de la transformación de Alicante es vertiginoso y desordenado, como venimos denunciando Els Verds Esquerra Ecologista desde hace mucho tiempo.

Personalmente me siento engañado y estafado por el incumplimiento sistemático de nuestros gobernantes, que han demostrado una gran carencia en aquello que supuestamente deben hacer, que es gestionar las arcas públicas para revertir en bienes y servicios para todos y no sólo para unos pocos.

Luis Falcó Maestre es portavoz de Els Verds Esquerra Ecologista y candidato al congreso por Bloc-Iniciativa-Verds.