Celebramos en la iglesia de Orihuela-Alicante, el XX aniversario de la ordenación episcopal de don Rafael, dentro del Plan Diocesano de Pastoral: familia, casa, mesa y calle. Distinguimos los días de los días: veinte años de obispo, por la imposición de manos del cardenal arzobispo de Toledo, don Marcelo González Martín, el 24 de enero de 1988.

Alegramos nuestra iglesia con detalles festivos de oraciones y felicitaciones. Rompemos la monotonía de lo diario con otra celebración íntima y gozosa: "dos años de nuestro doble río con Cristo y con nosotros". Ocasión para vibrar familiarmente al unísono, con gozo compartido. Rememora, don Rafael, tus días felices. Los mejores recuerdos de tu vida en Toledo, Palencia y Orihuela-Alicante, ponlos al aire de tu memoria y acarícialos con la espiritualidad de don Manuel González, del hermano Rafael y de Francisco Castelló, como se acaricia la Eucaristía, la oración ascético-mística y el heroísmo cantando hacia la muerte.

Acompañaste hasta ese momento al anciano cardenal don Marcelo. Nada es más triste como la vejez desamparada. Por eso, quieres tanto a los sacerdotes mayores que derrocharon su fuerza y su vigor juvenil en mejorar el mundo. Gracias.

Planta hoy nuestro cariño sacerdotal en tu huerto, acógelo en tu casa, dale cobijo en tu corazón, tradúcelo en tus palabras, guárdalo en tus pensamientos, amásalo con la levadura de tus ideas en los escritos pastorales. La fraternidad con todos siempre ha sido tu sabroso alimento. Tu vida la repartes día a día, pan a pan. Tu vida la entregas verdaderamente con amor de obispo a cada hora con las señas de identidad de padre, hermano y amigo.

En estos veinte años ¿qué tienes que no hayas recibido? No escogiste tu fe, tu sacerdocio, tu episcopado, aunque te lo parezca. De Dios procede todo don perfecto y a Él hemos de referirnos con gratitud y correspondencia: Cum Ipso, con Él.

Y con nosotros. Vive hoy los recuerdos bonitos de tus momentos felices con tus padres, hermanos, familia, iglesia y amigos. Alienta la memoria de las horas dichosas en las grandes tareas eclesiales: en las predicaciones a nuestras comunidades, en la celebración de la Eucaristía y de los Sacramentos, en la acción caritativa y social. Y vive días sabrosos en las visitas pastorales a las parroquias de nuestros pueblos. Forman parte de la historia de tu apostolado, de tu estilo pastoral más personalizado, con ese fuerte sello de atención a cada una de las personas. Las horas felices en este proceso de secularización interna que nos desvía de los criterios evangélicos, merecen un altar: Cristo y nosotros contigo, tú y nosotros contigo, en una relación dignificante.

Y acuérdate que fuiste engendrado por tus padres. ¿Cómo podrás pagarles lo que hicieron por ti? Respeto y amor son el grato tributo en la oración de acción de gracias de cada jornada. Rezamos contigo el salmo 33, que es oración de alabanza: "Ved qué bueno es el Señor". Ha sido bueno contigo en todos tus caminos: Morales del Rey, Astorga, Roma, Barcelona, Toledo, Palencia, Orihuela-Alicante. Por la luz de Su palabra, siempre nueva y encarnada, bendice al Señor. Por su gran misericordia que llena toda tu historia, bendice al Señor. Por el pan de la Eucaristía que te alimenta y da vida, bendice al Señor. Por la Madre, la Virgen Blanca, tu esperanza y fortaleza, bendice al Señor. Por los humildes, pobres y enfermos, bendice al Señor. Como tu madre, el Señor te llevó siempre de la mano. Como tu padre, el Señor te bendice y te cuida.

En tus veinte años de obispo, nos dices: Gracias, Señor, por haberme concedido celebrar, como obispo de Orihuela-Alicante, veinte años de entrega y servicio generosos. Humilde siervo, misericordia imploro por el tiempo, en los años que he vivido. Del sacerdocio, la gracia y la sombra de don Marcelo, nunca me olvido. Y agradezco el cariño de mis padres y hermanos, de la Iglesia, sacerdotes y amigos. Con tu palabra, he llegado a las conciencias, divina luz de la fe transmitida.

Aprendí de mis maestros, con no pequeño esfuerzo los valores de las ciencias. Preferí basar siempre mi apostolado en tu palabra, sencilla, fiel y elocuente. Con la espiritualidad de confiar a Dios todos los apostolados, he logrado en el sacerdocio mayores transparencias, con un alma y corazón de adolescente en los veinte años de obispo.

Se concreta así mi vida en una trilogía trascendente: Padre, hermano y amigo. Gracias, don Rafael, por el encuentro de los sacerdotes con Cristo y contigo. En este año de tu aniversario, hemos sentido el abrazo de fraternidad y la acogida sincera de tu corazón. Gracias a ti, amigo de todos, así, simplemente. En la elocuencia del silencio grito: "Para vivir un año, es necesario morirse muchas veces mucho".

Antonio Vivo es rector de la Basílica de Santa María.