S i usted es lector de un solo periódico seguramente tendrá una idea bastante clara de la sentencia del 11-M. Pero si usted lee dos o tres, escucha más de una emisora de radio y ve los informativos de más de una cadena de televisión, seguro que tiene un lío malayo y no sabe si han condenado a los culpables o éstos andan sueltos. No sabrá si la sentencia deja cerrado el asunto o lo abre más que nunca, si hubo ocultación o no de las pistas, si los que no se enteraron de nada, pero detuvieron a todos los que han sido juzgados y condenados, fueron o no diligentes. No sabemos si, ahora, sabemos más o menos que antes sobre quienes imaginaron el terror de Atocha, aunque sabemos bastante más sobre los que lo hicieron posible.

Por eso, ayer me fui directamente a los espacios de humor de algunos diarios para ver si era capaz de pescar algo claro. Para Gallego y Rey , en «El Mundo», al monumento del 11-M en Atocha, convertido en un puzzle, le faltan algunas piezas. Forges en «El País» lanza una andanada al PP y a la teoría de la conspiración cuando uno de sus ciudadanos le dice a otro: «Perdone, caballero, pero se la ha caído una desfachatez más». En «La Gaceta de los Negocios», Ramón ofrece el comentario de un ciudadano que lee la sentencia: «Parece que descartan la culpabilidad de Aznar , Blair , Bush y ETA». En «ABC», Martín Morales coloca a un grupo de jueces preguntándose si el del 11-M es de los suyos o de los otros. Pero quien mejor resume la situación es Ricardo en «El Mundo», cuando un matrimonio comenta la sentencia y ella, las mujeres son siempre más prácticas, pregunta: «¿quién ha ganado el PSOE o el PP ». Ése es el gran problema. El 31-O hubo una sentencia, - excepcionalmente sin una sola filtración periodística - después de un juicio que se puede considerar ejemplar, que analiza los hechos que se pusieron sobre la mesa, que condena a unos y absuelve a otros por falta de pruebas. Que concede una reparación, siempre insuficiente a las víctimas, y que sólo ha cubierto el primer acto. Ahora caben recursos, más pruebas, nuevas investigaciones y nuevas sentencias que irán aclarando tantos puntos que siguen oscuros. Ni el PSOE ni el PP eran objeto de juicio. Ninguno de ellos debería hacer bandera política de aquel atentado y de este juicio. Los dos deberían trabajar para saber por qué nadie se enteró de lo que se preparaba, por qué hubo tanta descoordinación entre las fuerzas y cuerpos de seguridad y tanta desidia en muchos despachos. Para tomar medidas y para que no se repita. Y unos y otros deberían pedir disculpas a las víctimas por la utilización política partidista de este terrible atentado. La Justicia ha hablado y hay que respetarla. Pero ya verán ustedes como los Pepiño Blanco y compañía no nos dejan.