P ienso que no hay que llevarse las manos a la cabeza porque un río esté vertiendo agua al mar. Creo que es la noticia más comentada en los últimos días en la provincia de Alicante, esa que dice que en el río Algar se están desaprovechando 9.000 litros por segundo.

Sabemos que este río guarda un difícil equilibrio, recoge gran parte de las aguas de la Sierra de Aitana y nos las entrega para que podamos regar nuestros nísperos durante el año, excepto en verano, cuando estos árboles no necesitan riego ya que comienzan su reposo, fechas en las cuales podemos utilizar este bien para abastecer la primera industria del país, el turismo.

Dicho todo esto, creo que sería de justicia que lo tratáramos entre algodones. Pero la cosa dista mucho de ser así. ¿Porqué no es así Se preguntará mucha gente. Este río, como todos los de esta comunidad, sufre el acoso y la degradación de todo aquel que piensa egoístamente en sacar provecho de un bien que nos pertenece a todos.

Cuando se habla tan a la ligera de que un río vierte agua al mar, creo que se olvidan muchas cosas, no sólo medioambientales. Estamos tomando a la ligera aspectos como el aporte de arena a las playas, ya que los sedimentos que éste emite al mar, son devueltos a las costas regenerando de manera natural nuestras, ya de por sí, esquilmadas playas. Hay que recordar, que según estudios que maneja la propia Generalitat y el mismo Estado, no quedan bancos en nuestros fondos marinos desde donde se puedan hacer extracciones de arena, práctica que, por otro lado, se debería abandonar por el gran impacto ambiental que supone. Por lo tanto ese es un primer aspecto por el que no deberíamos alarmarnos, ya que estamos cuidando de manera natural nuestras costas.

Es necesario señalar que este río, como ya casi todo en esta comunidad, no se libra de la lacra de la especulación y el urbanismo fuera de control. Si todos no apoyamos para mantenerlo en las mejores condiciones posibles, de aquí a unos años ya no existirá, ya que un nuevo plan de actuación urbanística de la ciudad de Altea prevé entubarlo y hacer una urbanización con miles de viviendas y un campo de golf encima de su lecho. Increíble, ¿no Tan increíble, como hacer una represa con los sedimentos en su desembocadura para que el agua se embalse y produzca malos olores, así como la aparición de insectos. Todo ello, ha provocado la indignación de vecinos y turistas que exigen una solución al problema... Lamentablemente, el único remedio que se nos presenta, como he dicho anteriormente, es en forma de campo de golf y macrourbanización.

Un motivo más, que no debemos olvidar, es que el Algar desemboca en un Parque Natural Marítimo-Terrestre, el de Sierra Helada. Por lo tanto sería necesario respetarlo, tal y como se encuentra y que sirva de corredor natural entre este espacio natural protegido y las sierras del interior para evitar que nuestros parajes naturales se conviertan en «islas» para nuestras especies tanto animales como vegetales.

Olvidamos muchos aspectos a la hora de decir que un río vierte su agua al mar, olvidamos cosas como que estas crecidas y el aporte que con ellas se hace a los acuíferos, sirve para rellenarlos y poder seguir usándolos en épocas de sequía para el riego, ya que si los esquilmamos nos enfrentamos al peligro de que se nos salinícen, como en muchas ocasiones ha ocurrido y dejar estos depósitos naturales de agua inservibles.

Lo que no se nos puede olvidar, ya se encargan de recordárnoslo, es de pagar por un bien natural que debería ser para ocio y disfrute de todos, como son las fuentes del Algar, pero ese es otro tema, el de poner puertas al campo, en este caso al río, que en un futuro trataremos.

Ignacio Redondo Aranda es miembro de Margalló - Ecologistas en Acción