C orrían los primeros años de la década de los 70, aquellos del ocaso del dictador y del amanecer democrático, años de apertura imparable, pero también de reacción ortodoxa de un régimen que se negaba a morir. Los niños que empezábamos por aquel entonces a asomarnos a la adolescencia, vivíamos en ese turbio mar de cambios: veíamos televisión en blanco y negro y, en ella, series tan rompedoras con las buenas costumbres educativas como « Pipi Calzaslargas », pero también sufríamos el NODO, todo un ejemplo de manipulación mediática para crear sociedades de encefalograma plano y sin criterio, al estilo de las obras de A. Husley G. Orwell . Y a ello voy a referirme a continuación a través de una anécdota personal.

Por aquellos años 70, yo compartía habitación con otros dos hermanos. Era una habitación pequeña con dos camas y una tercera plegada que salía de un armario. Había muy poco espacio, pero mucha sociabilidad (quiero decir, mucha juerga y peleas diarias);, lo que convertía aquella habitación en una especie de campo de batalla infantil. Cada vez que mi abuela materna pasaba por la habitación ponía el grito en el cielo diciendo: «¡Dios mío, qué desastre, esto es una República!». Yo le respondía: «¡abuela, querrás decir que esto es una anarquía!», y su respuesta era contundente: «¡No, es una República, que es peor!». Mi pobre abuela era víctima de la manipulación de conciencias que durante décadas ejerció el franquismo, un régimen basado en la tergiversación histórica, la manipulación mediática y el sectarismo social, herramientas necesarias para poder construir un Estado a imagen y semejanza del creador.

Ahora, la sociedad española ha madurado, la televisión es en color y además plural. Sin embargo, en algunos casos puntuales, el NODO se ha trasladado a la radio a través de profetas de las ondas, populeros que siguen utilizando la tergiversación histórica, la manipulación mediática y el sectarismo social para enfrentar a los españoles. Sembrar odio y crispación es por principio inmoral, pero además peligroso, pues el resultado de dicha siembra puede resultar una cosecha no deseable: la fractura social. A todos aquellos que dedican su tiempo a generar enfrentamiento social, bien desde las ondas, bien desde la política, les pediría un ejercicio de responsabilidad en aras a mantener una convivencia que en este país costó sudor y lágrimas conseguir. A estas alturas, la sociedad española no necesita un Capitán Trueno salvador, ni un Mesías que de respuesta a los grandes males políticos y sociales. A pesar de los profetas, hemos madurado lo suficiente como para tener criterio y no necesitar voceros apocalípticos que caricaturizan la realidad en beneficio propio. ¿Cómo se combate el NODO , pues muy sencillo, con educación en valores democráticos, formación cultural y política, participación democrática en la vida social, tolerancia, respeto y solidaridad. Por eso, en el aniversario de la proclamación de la II República Española que se celebra mañana, a mis hijos les diré que, al margen de coyunturas políticas, la República es el sistema de Estado más racional, más democrático y más acorde con la convivencia ciudadana desde la tolerancia y el respeto. Y son precisamente estos valores los que merecen la pena consolidar. Mis dos grandes referencias republicanas más próximas así lo corroboran, como son en Orihuela José Escudero Bernícola , gobernador civil de Salamanca, Zamora y Granada con el primer gobierno republicano, y en Elche Nazario González Monteagudo , fundador y presidente de ARDE (Acción Republicana Democrática);. Son, desde luego, dos espejos donde la ciudadanía puede mirarse, a pesar de que cada mañana encendamos la radio y algún profeta vocifere el NODO. q