Soy un pintor lento, tengo esa maldición, y mi producción no da para más de 6 o 7 obras al año», avanza Javier Lorenzo (Alicante, 1950) sobre la exposición sin título -«se ve que nunca lo encuentro», confiesa- que reúne 25 óleos sobre lienzo pintados en su mayoría en 2013 y una pequeña selección de las obras más representativas de su manera de ver el mundo a través de la pintura.

En esta mirada no pueden faltar sus personajes pintados de espaldas, que no son otros que sus amigos con los que comparte caminatas, «esperando que alguien les de un grito para que se den la vuelta», y a los que seguirá pintando «mientras sean mis amigos y les vea andando delante de mí. Son personajes que conozco y quiero -algunos se repiten a lo largo de los años y hasta se puede ver su proceso de madurez- y ese punto entrañable es el que da la emoción».

Aunque Lorenzo indica que las claves iniciales de sus «espalderos» son «tan remotas que ni me acuerdo», lo importante es que «el espectador se identifica con ellos porque ve lo mismo que los protagonistas de los cuadros».

Los paisajes ocupan también su espacio en esta muestra y, como novedad, las flores, «que han empezado a formar parte de mi cotidianidad y vi que había un cuadro en ellas; es una temática nueva y lo paso muy bien con estos modelos "vivos" a los que no necesito fotografiar», apunta.

Salvo esta aparición de claveles y rosas, el pintor aclara que no le interesa la experimentación. «Mis temáticas están muy definidas, me las creo y creo que hay mucha punta que sacar aún, hasta que no me salga bien de verdad», señala Lorenzo, que realizó su primera exposición hace casi cuatro décadas, para quien la pintura «ya es mi vida» en forma de dedicación exclusiva, a pesar de las dificultades actuales.

«Yo me paso todo el día pintando y siempre sale algo -explica el artista- pero lo difícil es que salga ese chispazo que te emocione. Pintar bien ya sé que pinto, después de tanto tiempo, pero lograr ese contenido extra de emoción, buscar ese más allá, es la lucha. Y todavía insisto».

Lorenzo, de quien el Museo de la Universidad de Alicante realizó una antológica en 2011, tenía ganas de exponer en Guadalest, «en esta sala tan bonita que tiene miles de visitas, comparada con los pocos cientos que tienen mis exposiciones».