No por esperada a tenor del veredicto deja de sorprender la sentencia por la que la Audiencia de Alicante absuelve a Miguel López del asesinato de su suegra. Choca de entrada que se fije la hora de los disparos que acabaron con la vida de María del Carmen Martínez a las 18.55, lo que sitúa al sospechoso lejos del lugar del crimen. Porque en ese momento está registrada la primera llamada al 112 después de que uno de los empleados de Novocar, el negocio de López donde fue asesinada, la encontrara malherida y deambulando por el lavadero donde estaba el coche en el que fue tiroteada.
Cierto es que la redactora de la resolución introduce el comodín del «aproximadamente», pero de poco sirve cuando se da por válido que la mujer tardó en morir menos de diez minutos y el óbito está datado a las 19.05 horas. Un dato que aparece en un informe firmado por dos peritos de la defensa a quienes se les da más credibilidad que a dos forenses del Instituto de Medicina Legal de Alicante. Máxime cuando se trata de los dos facultativos que realizaron la autopsia al cadáver mientras que el estudio presentado por los expertos contratados por Miguel López lo realizaron sobre fotografías.
Un informe en el que aseguran que la víctima murió en un corto espacio de tiempo al sumarse al shock hipovolémico la asfixia por su propia sangre cuando los peritos judiciales descartaron rotundamente esta posibilidad al no encontrar sangre en los pulmones. Lo dicho, al filo de lo imposible.
