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La reunión de seguimiento del Botànic tiene peligro

Los socios corren el riesgo de relegar la pandemia y centrarse en los reproches por los pactos del PSPV con Cs

Los socios del Gobierno del Botànic se reúnen esta tarde en la primera comisión de seguimiento del pacto desde que este se firmó en Alicante hace algo más de un año para dar pie a la segunda legislatura del gobierno de izquierdas. El contexto es muy diferente al de entonces, con una pandemia que ha alterado los planes políticos y sitúa al Gobierno valenciano ante un ciclo económico muy diferente al expansionista que gestionó desde 2015.

El encuentro tiene por tanto todo el sentido del mundo, pero la coyuntura política más mundana lo envuelve de peligros. El riesgo es que los aliados se dediquen a tirarse los trastos a la cabeza sobre los últimos pactos municipales de los socialistas con Ciudadanos allá por el sur y a reprocharles el cortejo cada vez más evidente con los naranjas. No se trata del presente, sino sobre todo del futuro, porque los acercamientos de estos días abren la puerta en el horizonte a un posible cambio de socios a la hora de formar gobierno.

Lo que tocaría hoy sería ponerse un rediseño del acuerdo del Botànic II a la vista de la emergencia sanitaria y social por el coronavirus. Ese es realmente el objetivo del encuentro. Para eso los grupos reclamaron su convocatoria. Sin embargo, las declaraciones de los últimos días han subrayado la voluntad, en especial de Compromís, de poner sobre la mesa la estrategia del socio botánico mayoritario, el PSPV, de aproximación a Toni Cantó.

«No nos está gustando demasiado lo que está pasando en el sur del territorio», decía esta semana Fran Ferri (Compromís) en las Cortes.

El riesgo es que una cita que debería servir para el fortalecimiento de la sociedad botánica y su proyecto para los próximos meses se convierta en un espacio donde lavar trapos sucios. El riesgo es que prime el mensaje de enfrentamiento interno por pura estrategia electoral cuando la ciudadanía está viendo rebrotes y la expansión de medidas de restricción. Ante ese panorama, los socios del tripartito pueden ofrecer una imagen de división. Por eso, la reunión de esta tarde tiene peligro. Más del que podía parecer cuando se convocó.

El trasfondo es si ha comenzado un replanteamiento de alianzas con la vista en el largo plazo. Estos movimientos de los socialistas y Cs conllevan, por otra parte, la lógica reacción pendular: Compromís (y Unides Podem, pero sobre todo la coalición) aferrándose a la identidad botánica para presentarse ante el electorado como su mejor representación. En todo caso, queda mucho y las cifras mandarán en 2023. Si la izquierda suma, el Botànic resistirá. Si el PSPV tiene más de una opción aritmética, habrá que ver. Pero, de momento, una estampa de enfrentamiento interno meramente partidista en un contexto de emergencia social y económica puede desgastar al Ejecutivo y dar alas a la derecha, que tampoco se quedó tan lejos en 2019. A ver si al final, tras tanto debate, Cs va a sumar en 2023 con PP y la ultraderecha, que es otra variable aceptable. Todo ese panorama envuelve de riesgos el encuentro de esta tarde.

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