Los temores van por barrios, aunque los acabe causando el mismo «enemigo». Casa día que pasa de septiembre cobra más fuerza la posibilidad de que vuelvan a celebrarse elecciones generales, y esa repetición de la jugada preocupa, y mucho, a los líderes de los dos partidos mayoritarios del espacio político de la Comunidad. Tanto el presidente de Generalitat y secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, como la número uno regional del PP, Isabel Bonig muestran a diario sus miedos por las repercusiones que puede ocasionar para sus partidos volver a las urnas para elegir a diputados y senadores siete meses después del 28 de abril. La imposibilidad de formar Gobierno en Madrid, al haberse tumbado por ahora la investidura del socialista Pedro Sánchez, deja tanto a Ximo Puig como a Isabel Bonig con varios frentes abiertos.
Por un lado, la ausencia de Gobierno central deja a Ximo Puig a merced de que se dilate todavía más la imprescindible negociación de la financiación autonómica. Hasta que no haya presidente del Gobierno y el Ejecutivo no deje de estar en funciones, no habrá Presupuesto General del Estado y, por tanto, no mejorarán las transferencias a la Comunidad Valenciana. Y todos esos paso que debe avanzar Pedro Sánchez merman la capacidad de maniobra del PSPV frente al PSOE, o lo que es lo mismo, el nivel de presión de Ximo Puig frente a Sánchez. Pero mientras esta «fidelidad» a Madrid está ocasionando que los socios del Botànic exijan a diario que el jefe del Consell aumente la presión sobre el Ejecutivo. La repetición de elecciones agravaría esta situación, al aumentar la división y la parálisis del Gobierno valenciano. Las tres fuerzas de izquierda, socias en la Comunidad pero sin acuerdo en el Gobierno, tendrían que confrontar en las urnas.
Por otro lado, Isabel Bonig defendió ayer la posible coalición de «España Suma», que está planteando el PP para unificar el voto de centro derecha, pero dejando a la Comunidad Valenciana al margen. La lideresa del PP considera que es «bastante difícil» en esta comunidad «por la actitud de Ciudadanos y el desnorte de Vox, que llevan cuatro días de vida y ya causan bajas en sus listas». En un tono muy electoralista, pensando en sus rivales de la derecha más que en sus posibles socios, a Bonig le parece «bien» pero no ve que cuaje en la Comunidad Valenciana, donde se mostró ayer favor de recuperar los votos de la ultraderecha que han ido a Vox, que a su juicio «ni está ni se le espera». Unas elecciones en noviembre, con un PP pendiente de renovación, supondría un «doble o nada» con los votos de la ultraderecha en juego.
