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Jorge Fauró

Alaminos, un tipo elegante

Hay gente elegante y gente que no lo será nunca por más que lo intente. Personas con clase y personas desclasadas hasta niveles irritantes que rozan la idiocia. Lo dejó dicho Chanel: «Todo lo que es moda pasa de moda, el estilo jamás. No es la ropa, es la clase». Un tipo con clase es Antonio Alaminos, hasta ahora director del departamento de investigación del CIS, que ha abandonado el despacho en Madrid y regresado a su puesto en la Universidad de Alicante con una elegancia que ya no se estila. Sin armar ruido y alabando a su ya expresidente y superior, José Félix Tezanos, a fin de cuentas el máximo responsable de las encuestas electorales más surrealistas de los últimos tiempos. A la vista de las predicciones fallidas de Andalucía o de los vaticinios (posibles, como todo en esta vida, pero sorprendentemente chocantes al primer golpe de vista) para las generales, la primera interpretación que dicta la lógica es que Alaminos, que llegó hace sólo ocho meses al cargo, ha empaquetado su dignidad y su prestigio incuestionable en la demoscopia para abandonar la fiesta casi a la francesa, no vaya a salpicarle la ira de algún candidato. Pero no. El catedrático, referente nacional de sondeos y análisis electorales, aduce el «agotamiento» propio del puesto, defiende y avala los últimos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas y da la cara por Tezanos, cuestionado por todos los partidos salvo por el PSOE, de cuya ejecutiva federal ha formado parte. La marcha de Alaminos, pese a la proximidad de dos convocatorias electorales en un mes con lo que ello conlleva de apasionante para un experto en estudios de opinión , indica que a lo mejor muy cómodo no estaba. Pero incluso en la incomodidad hay que saber marcharse. Raro es el día que no sale un abandonado por su partido cuestionando a la formación o coqueteando con el primero que le eche la caña. La falta de regeneración de la política española es culpa de los propios partidos, que se alimentan unos a otros de dirigentes que quieren continuar con el coche oficial y el traje a medida. Y no es la ropa, es la clase.

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