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Dénia

Las maravillas de la piedra en seco en la Marina Alta

El arqueólogo Josep A. Gisbert advierte de los «preocupantes procesos de ruina y desaparición» de los vestigios de un arte declarado Patrimonio de la Humanidad

Las maravillas de la piedra en seco en la Marina Alta

El arqueólogo Josep A. Gisbert aprovechó los dos días en los que se anunció un diluvio que nunca llegó (la gota fría que pasó de largo el lunes y el martes) para recorrer los paisajes de la piedra en seco. Esta técnica constructiva, declarada Patrimonio de la Humanidad en noviembre de 2018, permitió «domesticar» las agrestes laderas de la Marina Alta. Los muros de piedra seca revelan los hercúleos esfuerzos de los agricultores por cultivar las montañas.

Gisbert ya planteó una ruta de las maravillas de la piedra en seco hace 20 años, cuando el Museu Etnològic de Dénia participó en un proyecto europeo de recuperación de este patrimonio que coordinó el Centre Méditerranéen de l'Environnement, con sede en Aviñón.

«En 20 años, mucho o poco ha cambiado», afirma el experto, que advierte de que estas arquitecturas sufren «procesos de ruina y desaparición preocupantes». La agricultura declina. Los campos se abandonan. Inevitablemente, los márgenes caen y nadie los vuelve a poner en pie. Pero, por otra parte, Gisbert considera que la declaración de Patrimonio de la Humanidad es un aldabonazo para recuperar estos vestigios de momentos históricos esenciales en la Marina Alta.

El arqueólogo desmiente que esas omnipresentes hiladas de muros de piedra en seco se construyeran «en la época de los moros». Las arquitecturas más antiguas son los poblados de la prehistoria y de la edad de bronce, en concreto l'Alt de Benimaquia (siglo VI a. de C.) y la Penya de l'Àguila (siglo II a. C.). Ambos están en el Montgó.

La técnica se siguió empleando. Tuvo su eclosión a partir de 1609, el año de la expulsión de los moriscos, y en 1870, cuando la Marina Alta exportaba pasa al mundo entero.

La primera fecha es el inicio de la repoblación de mallorquines, expertos en tallar la piedra. Entonces se empieza a crear «una nueva topografía». Los márgenes escalonan las montañas. Pero el periodo en el que «se estandariza y consolida el actual paisaje, cuando la piedra seca modela el medio rural» es el de la expansión de las viñas de moscatel, a mediados del siglo XIX. Los muros suben de forma inverosímil por las laderas más escarpadas. Y las «escaletas», los peldaños de piedra engarzados en los márgenes, se elevan también «hasta cotas inimaginables».

La ruta que revisitó el arqueólogo de Dénia después de 20 años pasa por Llíber y Xaló y por la Bassa dels Arcs, una sorprendente balsa de riego del siglo XVIII que ha perdido la cubierta, pero mantiene un sorprendente entramado de pilares y arcos. Luego el camino sigue hacia Bèrnia. El paisaje de márgenes y bancales es excepcional. La ruta baja a Pinos y a la ermita de Benimarraig, en Benissa, donde en tiempos del emperador Tiberio, existió una vila romana. «Es un lugar de bancales gastados por miles de años de práctica agraria», destaca Gisbert, que puntualiza que aquí aún se cultivan el olivo y la viña.

El experto subraya que los márgenes de piedra en seco están indisolublemente unidos a productos agrícolas de la dieta mediterránea, que también es Patrimonio de la Humanidad. Y las pinturas rupestres del Pla de Petracos o de Pinos (otro Patrimonio de la Humanidad) se hallan en abrigos rodeados de bancales y muros agrícolas.

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