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¿Otro conejo de la chistera?

A última hora del viernes 15, el Hércules filtró que el fichaje de Carmelo del Pozo como nuevo director deportivo estaba cerrado. Incluso trascendieron detalles esenciales: tres años de duración con la opción de ruptura unilateral si en los dos primeros no se conseguía el ascenso. Al día siguiente se conocieron los nombres de los dos ayudantes de Del Pozo para la secretaría técnica - Alejandro Varela y Ángel Becerra- y se dio por hecho el regreso del segoviano al Rico Pérez, siete años después de que tuviera que salir por la puerta de atrás en marzo de 2013 tras oponerse al fichaje de Javier Portillo, yerno del dueño del club Enrique Ortiz. Sobre el papel, con la «buena nueva» de Del Pozo se podía dar carpetazo al peor año en la centenaria historia del club. Pues bien, nueve días después de considerar cerrado el acuerdo, el retorno de Carmelo ha encallado y se antoja cada vez más difícil. Por muchos que sean los matices a reflejar en el contrato, por tenso que pueda ser el «tira y afloja» sobre los «plenos poderes» que reclama el director deportivo, no se entiende tanto retraso en la firma de algo supuestamente ya pactado, salvo que hayan sobrevenido razones de peso y diferencias insalvables entre las partes. Y así ha ocurrido, según cuenta Ramón Pérez junto a estas líneas: a Del Pozo le echa para atrás la falta de garantías a la hora de trabajar con autonomía, sin injerencias de Ortiz o de su socio Juan Carlos Ramírez, otro convencido de la máxima de que «quien paga manda» y tiene derecho a intervenir en cualquier decisión, ya sea institucional o deportiva. Cuando en enero arreció la protesta de la afición contra el palco, Ortiz volvió a recurrir a Quique Hernández para calmar las aguas y poco después, especialidad de la casa, también se sacó de la chistera su intención de vender el club, de la que nunca se ha vuelto a saber. Ahora le toca a Carmelo. Pero Del Pozo conoce bien el paño, no se fía y no está dispuesto a ser otro conejo.

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