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Un Hércules kamikaze en El Toralín

Planagumà está obligado a recomponer su pizarra en Ponferrada y apostar por un equipo «ultraofensivo» y que asuma riesgos en defensa para remontar el 1-3 del Rico Pérez en la final por el ascenso - Jona, Juli y Pol Roigé esperan su oportunidad de inicio

Los jugadores del Hércules escuchan los cánticos y las arengas de la afición en la puerta cero del Rico Pérez antes del partido del pasado domingo. álex domínguez

El técnico del Hércules Lluís Planagumà solo dispone de tres días para darle la vuelta como un calcetín a su equipo en busca de la remontada en Ponferrada (sábado a las 19.30 horas). El durísimo 1-3 encajado en el Rico Pérez deja a los blanquiazules contra las cuerdas y, por lo pronto, deberán marcar tres goles o más a domicilio, algo que no han hecho toda la temporada. Este Hércules de Planagumà ha destacado este curso por su seguridad defensiva y en muchos partidos lejos de Alicante ha dejado pasar los minutos y especulado con el marcador a sabiendas de que la pólvora que tenía en la delantera le bastaría para ganar, casi siempre por la mínima. Este guión en el El Toralín no servirá porque sin tres goles o más el Hércules se quedará a las puertas del ascenso y será el convidado de piedra en la fiesta de la Ponferradina.

«No por poner más delanteros en el campo vas a tener más ocasiones», aseguraban ayer desde el vestuario. Lo primero que debe decidir el joven entrenador barcelonés es si mantiene su dibujo táctico o bien lo varía en busca de una propuesta más arriesgada. Planagumà no ha cambiado prácticamente nunca el 4-4-2, con Fran Miranda y Diego Benito como mediocentros, y Carlos Martínez y Benja como delanteros. En las bandas sí han alternado más jugadores (Chechu, Alfaro, Juli y Pol Roigé) pero el esquema fue siempre el mismo. Únicamente en Alcoy dio un giro conservador al alinear a tres pivotes y le salió mal. Las críticas fueron unánimes y no lo volvió a repetir.

El preparador herculano dispone de muchas alternativas de ataque en el banquillo pero el problema es cómo hacerles hueco. Por ejemplo, Carlos Martínez y Chechu Flores fueron dos de los más señalados del choque del domingo. Erráticos y con nula influencia en el ataque, podrían tener descanso, pero parece poco problable que Planagumá les siente, ya que entiende que son «pesos pesados» llamados a marcar diferencias a la hora de la verdad. Y no hay más hora de la verdad que la de El Toralín.

Carlos Martínez es el único de la plantilla que ha disputado todos los partidos de la temporada y Chechu regresó al once en Logroño pese a que Juli había rendido muy bien durante la ausencia del jiennense por lesión. También espera su oportunidad con ansia el «9» Jona, relegado a un rol muy secundario porque Benja es intocable para Planagumà. El entrenador dispone de toda la plantilla ya que no hay lesionados ni sancionados y, de hecho, el pasado domingo se quedaron en la grada directamente el central Pol Bueso, el mediocentro Alvarado y el extremo Álvaro Salinas, además de los canteranos Víctor Olmedo, Pedro Torres y Pablo Puig, y del lesionado Stephane Emaná, que no tiene ficha.

La plantilla del Hércules descansó ayer y esta mañana empezará a preparar la final del sábado, por lo que Planagumà apenas tiene tres días para levantar el ánimo de sus jugadores y hacerles ver que la Ponferradina también tiene sus puntos débiles y cómo deben aprovecharlos. El abatimiento se apoderó de la plantilla nada más acabar el choque del domingo y el gol de Samuel en la última acción del partido apenas ayudó a mitigar la pena y la tristeza por la peor derrota del curso, sufrida en el peor momento y con un Rico Pérez lleno a reventar. Con el paso de las horas, el sentimiento del vestuario es diferente y los futbolistas cuentan las horas para cerrar el curso en El Toralín en un partido que ya saben que deberán jugar sin red si quieren festejar en Luceros el soñado ascenso a Segunda.

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