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Los productores de uva de mesa del Vinalopó comienzan a arrancar sus viñas por la falta de rentabilidad

La primera plantación joven que desaparece esta campaña se encuentra en La Romana y tenía 80.000 cepas

Una excavadora retirando las cepas en la finca de uva de mesa de la variedad Aledo, que se plantó en La Romana hace cuatro años. Áxel Álvarez

Los productores de uva de mesa del Medio Vinalopó llevan muchos años advirtiendo de que se encuentran al borde del «cierre». Sus plantaciones ya no son rentables. Venden su cosecha en el campo al mismo precio que hace 20 años, pero los costes de producción se han incrementado un 70% en el mismo periodo. Una situación que está teniendo sus primeras consecuencias en forma de abandono de fincas y arranque de cepas. Esta misma semana un agricultor ha metido la pala en su viñedo de 40 hectáreas situado en La Romana. Tan pronto como ha terminado de recolectar sus 80.000 cepas de la variedad Aledo ha decidido poner fin a un «negocio ruinoso» en el que estaba produciendo a pérdidas. Se trataba de una plantación joven, sana y de buena producción, el parral apenas tenía cuatro año y cada campaña producía 30.000 kilos de uva por hectárea. Sin embargo, al propietario le costaba más dinero mantenerla que dejarla sin cultivar. «Así que he tenido que tomar esta decisión con todo el dolor de mi corazón, pero muerto el perro se acabó la rabia», indicó ayer a este diario queriendo preservar su identidad y anunciando, sin ofrecer datos concretos por respeto a sus compañeros, que en la comarca se están preparando en estos momentos más arranques de viñas. Explotaciones agrícolas que irán cayendo como las fichas del dominó por los bajos precios de venta de la cosecha en el campo, las progresivas subidas del combustible, el abono, la electricidad, los productos fitosanitarios y el seguro agrario; el incremento salarial aprobado para los jornaleros; el caro y escaso suministro de agua por la mala gestión del trasvase del Júcar-Vinalopó; la competencia de países en vías de desarrollo y los problemas en materia de exportación sufridos durante las dos últimas campañas. El año pasado con los chalecos amarillos de Francia y en esta ocasión con los independentistas catalanes cortando las carreteras que conectan con las grandes superficies comerciales del centro y norte de Europa.

Un problema general

No es un problema particular, es un problema general que afecta a todo el sector y que, si los poderes públicos no lo subsanan pronto, hará bueno el chascarrillo que más suena entre los productores desde el pasado verano: «Hay una empresa que desmonta parrales y te deja la finca limpia. Se llama crisis».

De momento, desaparecen 40 hectáreas, pero los agricultores consultados en Novelda, Aspe y Monforte del Cid estiman que la superficie abandonada en el Medio Vinalopó y l'Alacantí podría superar las 300 hectáreas en los dos meses que quedan para finalizar la campaña. Una extensión considerable teniendo en cuenta que son 2.500 las hectáreas que se dedican aproximadamente al cultivo estrella de la comarca en Novelda, Aspe, Monforte del Cid, La Romana, Hondón de las Nieves y Hondón de los Frailes, junto a Agost, los municipios que conforman el denominado Valle de la Uvas.

Entre noviembre, diciembre y enero habrá unos pocos que decidan sustituir sus viñedos por nuevas plantaciones. Pero en la mayoría de los arranques se buscará arrendar las tierras o dejarlas simplemente en baldío para ahorrar gastos. Tampoco faltaran quienes, viendo los tiempos que se avecinan y ante la falta de relevo generacional, adelantarán su jubilación y pondrán sus fincas a la venta siguiendo un proceso que suma y sigue en la última década.

Mientras tanto, la política agrícola de la Unión Europea sigue muy alejada de los intereses y las necesidades del sector primario de la provincia. En el caso de la uva de mesa está en juego el sustento de 2.000 familias en un sector que crea cada campaña 12.000 empleos directos e indirectos, produce 70 millones de kilos anuales y factura 25 millones de euros a pie de campo. Un montante que se multiplica con el valor añadido de la exportación y la riqueza que genera en la industria papelera, del envasado y el transporte.

«No queremos subvenciones, pero que nos dejen respirar»

El responsable comarcal de Asaja reclama la rebaja del seguro, la flexibilización de los salarios y menos impuestos

Hace muchos años que el productor de uva de mesa trabaja para comer. El margen de beneficio se ha reducido de forma drástica, pero el sector sería rentable únicamente si consiguiera aumentar la venta por kilo en 25 céntimos. «No queremos subvenciones, pero que nos dejen respirar reduciendo, por ejemplo, la enorme carga impositiva que soportamos», reclamaba ayer el noveldense Pedro Rubira, responsable comarcal de Asaja. Él nunca ha sido partidario de que la Administración apoye al sector primario con ayudas. «Para nosotros es imprescindible que se rebaje el seguro agrario, se incremente el precio de venta de la uva no apta para el consumo y se flexibilice la subida salarial en el campo», indica. Cabe recordar que el precio de las pólizas para garantizar la cosecha de las inclemencias meteorológicas ha subido una medida del 70% en la última campaña respecto a la anterior. Una cantidad «inasumible» para unos agricultores que apenas tienen margen de beneficio y que se arriesgan, tal y como ocurrió con la gota fría del pasado septiembre, a perder toda la cosecha por la caída de los parrales o la aparición del rajado del grano y los temidos hongos a consecuencia de la humedad y el calor.

Respecto a la uva que no se puede comercializar, y por tanto termina destinándose a la elaboración de alcohol o zumos de fruta, pide Pedro Rubira una subida del precio de venta por encima de los actuales diez céntimos el kilo. También defiende la necesidad de establecer excepciones al incremento salarial de los jornaleros, que han pasado de cobrar 5,50 a 6,92 euros la hora. Una circunstancia que encarece tareas artesanales como el embolsado del racimo. De ahí que el responsable de Asaja en la mesa sectorial de la uva de mesa inste al Gobierno central a aplicar medidas para que el sector pueda respirar, y siga generando empleo y riqueza.

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