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La esperanza se abre paso entre la tormenta

Olga Avellán da a luz a una niña mientras lucha contra un cáncer de mama y en plena crisis del Covid-19

Olga María Abellán, con la pequeña Andrea, en la terraza de su domicilio. información

La vida puede ser maravillosa. Por muchos palos y obstáculos complicados que puedan aparecer, el sol sale todos los días y alumbra rayos de esperanza que permiten afrontarla con ilusión en los momentos más delicados. El mejor ejemplo es Olga María Avellán Requena, una aspense de 39 años que acaba de dar a luz a una niña después de quedarse embarazada poco antes de que le detectaran un cáncer de mama.

La pequeña Andrea Maestre Avellán, hija del periodista Andrés Maestre, llegó al mundo la semana pasada con tres kilos y 110 gramos. Después de un par de días en observación en el Hospital del Vinalopó ya se encuentra en su domicilio con unas ganas enormes de crecer y de ayudar a su madre a terminar de superar su enfermedad.

La dura y valiente historia de Olga Avellán comenzó a finales de julio del año pasado. «Estaba jugando con mi hijo Alejandro, que ahora tiene tres años y medio, y recibí una patada en el pecho. Comencé a sentir un pinzamiento interno y me noté un bulto. Acudí al Perpetuo Socorro para hacerme una ecografía y en un primer momento me dijeron que estuviera tranquila y que se trataba de un pequeño bulto de líquido. Pasé las vacaciones de agosto y en septiembre, viendo que me seguía notando un bulto, decidí acudir a la Seguridad Social. En principio también me dijeron que parecía líquido, pero decidieron incluirme en la Unidad de Mama de Hospital del Vinalopó. Me hicieron una biopsia para analizarlo y unos días después de confirmarme que estaba embarazada, me confirmaron también que sufría un tumor maligno de mama. Las dos noticias me llegaron prácticamente al mismo tiempo», explica.

Ese palo fue difícil de digerir, asegurar esta brava mujer aspense. «Se te cae el mundo encima. Llevaba tiempo buscando la niña y un año antes perdí un embarazo a las 20 semanas del que tardé un tiempo en recuperarme. Cuando por fin conseguí quedarme de nuevo embarazada llegó esta mala noticia y no sabía si podía continuar adelante porque me tenían que poner quimioterapia».

Olga lo tuvo claro desde un primer momento que quería «seguir y traer al mundo a mi niña». «Me preguntaron si continuaba con el embarazo o que existía la posibilidad de interrumpirlo. Sin embarazo era todo más fácil porque eran sesiones de quimioterapia combinadas con radioterapia para intentar salvar el pecho. Con Andrea ha sido más complejo: primero cirugía para extirpar la mama y luego quimioterapia adaptada para controlar las células cancerígenas. Mi marido delegó la decisión en mí, y Andrea y yo decidimos tirar para adelante», comenta orgullosa.

Esta mamá luchadora siguió su proceso y, por si no fuera poco lo que llevaba encima, la crisis sanitaria del Covid-19 le ha obligado a tener un parto todavía más especial. Pero después de ocho meses y medio de embarazo felizmente ha dado a luz. «Hace un mes me pararon la quimioterapia para recuperar fuerzas y descansar para el parto. Tuve que ingresar unos días antes para prepararme. Cuando estaba en la habitación no podía ni salir al pasillo por el coronavirus y me sentía como un pájaro encerrado en una jaula. Fue un parto inducido y natural, pero súper largo. En el paritorio todos los sanitarios iban con sus EPIs, me transmitieron en todo momento tranquilidad».

Andrea ha llegado al mundo como una gran luz de esperanza. «La niña es un amor y una gran energía para seguir adelante. Desde el primer momento sabía que tenía que luchar por ella y por mí. Está muy bien de salud y es un regalo que me ha dado la vida».

El padre pudo acudir al parto

Andrés, el padre de la criatura, ha sido un pilar fundamental para que Olga pudiera afrontar estos meses tan complicados. Por lo pelos y tras cambiar la normativa de la crisis del Covid-19 pudo asistir al parto. «Menos mal», señala entre risas Olga. «En los días previos no pudo bajar a las pruebas generales y monitores, pero al parto sí. Se tuvo que poner también el EPI y casi no lo reconocía, pero pudo asistir al nacimiento de nuestra niña. Incluso le dejaron cortar el cordón umbilical».

Andrés, Olga, Alejandro y la pequeña Andrea forman ahora una feliz familia en Aspe y la única pena es que la crisis del coronavirus impide por el momento ver a la bebé al resto de familiares y amigos. «Su hermanito está súper contento. Conoció a su hermana el jueves porque no podía estar con nosotros por precaución. El abuelo, las abuelas, las tías y el resto de la familia todavía no la conocen, pero no paramos de hacer videollamadas y fotos que les mandamos diariamente».

La pequeña Andrea se ha ido gestando y ha venido al mundo en medio de toda esta pandemia. «Yo digo: esta niña no sabe lo que ha vivido ya: mi enfermedad, el parto, el confinamiento, la crisis... Eso seguro que le va a hacer crecer más fuerte porque ya es inmune a los problemas», destaca entre risas.

Olga Avellán no es la primera madre que ha tenido que luchar contra el cáncer de mama estando embarazada. «Es inusual, pero el doctor Eugenio Palomares, que es el oncólogo que me está tratando, tiene experiencia pues ha atendido varios casos de mujeres embarazadas. Ahora doy gracias de que en julio no me detectaron el cáncer porque no me habría quedado embarazada por el tumor y no sé si lo hubiera hecho más el resto de mi vida. En parte, mejor que me lo dijeran en septiembre porque así las dos hemos salido adelante y mi hija ha venido al mundo».

Vuelta al tratamiento

La mamá luchadora está ya recuperada del parto. Ayer pudo salir a dar su primer paseo con la niña y a partir de ahora tendrá que someterse a una segunda fase del tratamiento del cáncer de mama. «El 4 de mayo comienzo otra vez. Me quedan tres meses de quimioterapia semanales, luego cuatro de radioterapia y, posteriormente, aunque es voluntario, la reconstrucción de la mama, que también quiero hacérmela. Estoy viviendo un auténtico maratón: cirugía, tratamiento, parto, ahora otra vez tratamiento, radioterapia... Luego me han dicho que tendré un poco de descanso antes de la reconstrucción. Es un enorme sacrificio, pero vale la pena»

A pesar de todo el sufrimiento, asegura que siempre ha tenido fuerzas y ganas para tirar hacia adelante. «Era yo la que animaba al principio a la familia. Cuando me llamaban por teléfono y se ponían a llorar les decía que si seguían así les colgaba. Lógicamente, cuando me lo dijeron lloré, pero luego me he ido diciendo: ¿Ahora qué toca?... pues a por ello. Claro que da miedo, pero ves que los médicos lo tienen todo tan organizado que lo único que hay que hacer es seguir el camino».

Esta valiente mujer, licenciada en periodismo y coordinadora de proyectos de una central de franquicias sanitarias, manda un mensaje a todas las mujeres que puedan estar sufriendo su enfermedad: «Lo que hago es intentar trabajar a ratos y estar lo más activa posible. También he seguido con mis clases de yoga a un ritmo más bajo. Cuando he tenido que salir a alguna cena me he maquillado y he salido. He intentado seguir con mi vida de la forma más normal posible y funcionando bien y sin presiones por la enfermedad».

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