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Un horizonte incierto para el turismo rural

Alojamientos y restaurantes ven su continuidad en riesgo por la falta de ingresos de estas semanas

Beatriz Bernabeu, en su casa rural de Alcoleja, el verano pasado. NANDO JS

El turismo y las actividades que de él se derivan son el principal estímulo económico en muchas zonas rurales como el interior de la provincia. Bares, restaurantes, alojamientos y otros negocios orientados de alguna forma al visitante suponen un medio de vida, generan puestos de trabajo y contribuyen a mantener la población, hasta el punto de ser casi el único sector presente en algunas poblaciones. Por ello, los efectos del parón por la crisis del coronavirus y la falta de expectativas a corto plazo preocupan aquí muy especialmente.

Así lo explican responsables de negocios ubicados en diferentes localidades de la provincia, que por el momento han visto ya cómo se ha perdido la Semana Santa, que es con diferencia la época de más actividad para muchos establecimientos. Juan Carlos Antolí, dueño de un hostal-restaurante en Agres, explica que tenía prácticamente reservado el 100% tanto para este mes como para el pasado puente de San José y varios fines de semana en mayo y junio. En la misma situación está Beatriz Bernabeu, propietaria de una casa rural en Alcoleja. Ambos han visto cómo se anulaban todas las reservas hechas a través de plataformas, y sólo las gestionadas directamente con el alojamiento se han podido aplazar, sin fecha por el momento.

También ha dado esa opción Oeste Soriano, gerente de alojamientos rurales en Benimassot y Castalla; en su caso, parte de las reservas eran banquetes propios de esta época como las comuniones. «¿Y cómo cambias de fecha una comunión»?, señala de manera retórica. La presidenta de la Asociación Provincial de Turismo Alicante Interior, Indira Amaya, propietaria de un hotel en el entorno del parque natural de la Font Roja, también tenía previsto acoger varios eventos de este tipo. «Abril suele ser un mes espectacular, que recupera los tres anteriores; para muchos empresarios es el gran momento del año», asegura. Sin embargo, la alerta sanitaria ha roto las expectativas.

Amaya señala además que los establecimientos están cerrados pero «los gastos no cambian», aspecto al que también aluden el resto de empresarios. La incertidumbre es máxima, porque «cómo resiste una empresa varios meses sin ingresar», se pregunta Antolí, quien también se plantea «cuánta clientela habrá cuando podamos volver a abrir», ya que es probable que «la gente no tenga dinero para viajar, o que tenga miedo». También alude a esta cuestión Stephen Green, que gestiona varios alojamientos rurales en Sella enfocados sobre todo al turismo activo para público extranjero. «El turismo no se va a recuperar del todo», sentencia. Comparte el pesimismo Antonio Moreno, que regenta un restaurante y apartamentos en la misma localidad, aunque sin perder la esperanza: «Va a ser una hecatombre pero volveremos a partir de cero».

La incidencia de la crisis sobre la economía y la población de los municipios de interior es también un temor generalizado. El alcalde de la Vall d'Alcalà, Pablo Martínez, es en este sentido un afectado por partida doble, dado que es propietario de un hotel. «El turismo rural es la supervivencia de los pueblos», pero la situación ha hecho desaparecer esa tabla de salvación. «Es algo complicado», recalca. El pesimismo cala también en Tàrbena, donde aún se resienten del mazazo de la plaga de la xylella, que también tuvo sus consecuencias sobre el turismo. Felipe Ferrer, dueño de un restaurante, corrobora que «se nos ha juntado todo, ahora que empezábamos a tomar aire», y expresa su temor a que el sector no remonte incluso después de pasar la crisis sanitaria. En este sentido, Juan Francisco Ripoll, propietario en la misma población de un hotel con clientela sobre todo extranjera, considera que «costará tiempo hasta que se pase el miedo» y advierte de que «sería otro problema añadido que la movilidad internacional de la gente siguiera bloqueada durante mucho tiempo».

Más medidas de apoyo

Los profesionales hacen hincapié en la dimensión del problema económico y en que pueden quedar fuera de las ayudas aprobadas hasta ahora. Por ejemplo, Beatriz Bernabeu recuerda que muchas casas rurales «están sujetas a créditos pero no son primeras viviendas»; también Oeste Soriano incide en que «no vale de nada que se aplace un pago si luego se va a acumular todo». Como ellos, son muchos los empresarios que tienen contraído algún préstamo en estos momentos, o ven complicado el pago a los trabajadores, tanto ahora como a medio plazo, por falta de liquidez.

Por ello, Indira Amaya apela a que la administración sea rápida con las medidas anunciadas para pequeñas empresas y autónomos, sobre todo teniendo en cuenta que muchas tienen «una economía de subsistencia, van al día y son muy sensibles» ante esta situación. La voluntad de todos es luchar por mantener vivo el sector, aunque el futuro, como insiste Antonio Moreno, es «oscuro» hoy por hoy.

El problema se añade al factor de la estacionalidad

El problema se añade al factor de la estacionalidadEl turismo rural tiene en la provincia de Alicante un fuerte componente de estacionalidad, ya que la mayor parte de la facturación se concentra durante la primavera y a partir de junio queda eclipsado por la potencia de la cercana costa. Por ello, el profesor de Geografía Humana de la Universidad de Alicante (UA) Antonio Martínez Puche, director en esta institución de la Cátedra Avant sobre Despoblación, cree que el impacto de esta crisis va a ser aún mayor. Además, augura que «tras esto, puede que la vinculación entre ciudad y campo también quede limitada, si se crea una cierta psicosis a salir». Por ello, cree que es necesario «gestionar» esta crisis, y «revalorizar lo rural» incidiendo en otros sectores propios de estas zonas como la producción agroalimentaria. No obstante, estima que también podría haber una recuperación más a medio plazo «si se replantea la forma de viajar «y se buscan sitios no masificados».

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