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CORONAVIRUS

Atrapados en la caravana

El turismo de roulotte permanece en la provincia con la incertidumbre de emprender o no el regreso a casa y cómo hacerlo

Atrapados en la caravana

Son varias las decenas de turistas que se han quedado confinados en las autocaravanas que utilizan para esta forma de turismo en auge en los últimos años; atrapados en el estado de alarma por la pandemia del Covid-19 en la provincia de Alicante. Con los primeros anuncios que informaban del cese de actividad y de la obligada permanencia de los ciudadanos en sus domicilios para intentar evitar la propagación del virus, muchos fueron los que emprendieron la marcha a sus lugares de origen en Centroeuropa y Reino Unido. Acostumbrados a ir y venir buscando paisajes donde recrearse, las medidas de restricción de movilidad adoptadas por el gobierno «les dieron en medio-en medio».

Los hay que se suelen instalar en aparcamientos autorizados para campistas, pero también quienes deciden estacionar sus vehículos, su «casa a cuestas», en zonas de primera línea del litoral de la provincia, como es el caso de las calas de Torrevieja o en la zona costera de Agua Amarga en Alicante.

La Policía Local de Elche ordenó el cierre del aparcamiento campista del Pinet, en La Marina, a mediados de la semana pasada pero ha autorizado expresamente que permanezcan, sin nuevas entradas, los propietarios de vehículos que no han podido dejar esta zona especial de estacionamiento. En su caso todo es incertidumbre sobre cómo podrían dejar el país en caso de emprender viaje al norte. En total son unas cuarenta personas-normalmente dos ocupantes por vehículo-, procedentes de Francia, Irlanda, Turquía, Alemania y Holanda que ahora deben prolongar su estancia de forma obligada y también organizarse mínimamente para que no les falte lo básico, como cualquiera. Así lo explica el propietario del aparcamiento autorizado, Gantois Fred, que ha tenido que colgar carteles en los accesos para anunciar que no recibe nuevos clientes, porque siguen llegando campistas de otras zonas de las que han sido desalojados.

El irlandés Bernard Conlon explica a INFORMACIÓN que lleva una semana intentando dar con la manera de regresar a su país pero que todo está bloqueando. «Ni ferris, ni aeropuertos. Está todo cancelado. No he logrado ni hablar con la embajada irlandesa. Me quedo aquí», agrega, sin perder en ningún momento la tranquilidad. Después de todo, las zonas de acampada, tanto las autorizadas como las irregulares, están muy cerca de servicios básicos como supermercados y centros de salud.

En Torrevieja la Policía Local solo puede instar a estos turistas a respetar el confinamiento y mantenerse dentro de los vehículos. Hasta la llegada de la pandemia solo podía sancionar si los ocupantes se encontraban fuera en sillas y hamacas. Ahora la exigencia es mayor: han de permanecer en sus viviendas con ruedas. Este diario pudo comprobar que todavía muchos de estos turistas siguen realizando «vida de autocaravana». En una imagen de normalidad que contrasta con las calles, playas y paseos desiertos, algunos todavía tienen junto a sus vehículos la típica parafernalia utilitaria de mesas, sillas y hamacas ocupando «las vistas». De hecho en las inmediaciones de la cala de La Zorra, los vecinos han colocado piedras de grandes dimensiones para evitar que los vehículos aparquen en primera línea junto al mar.

Imposible camuflar a turistas en movimiento

La mayor parte de los campistas tiene recursos para permanecer durante semanas en Alicante

Conducir un vehículo de autocaravana define automáticamente al conductor y al pasaje como turistas sin mediar comprobación alguna por parte de las fuerzas de seguridad en las carreteras. Por eso es tan difícil que las docenas de autocaravanas que se han quedado atrapadas en la provincia de Alicante se aventuren a abandonar el país.

Muchas que intentaron «huir» a la frontera de Portugal o dirigirse al norte de África han quedado en una especie de limbo en un destino indeseado -el aparcamiento de un centro comercial, por ejemplo- a la espera de que la crisis remita y puedan recuperar la movilidad, según explica una pareja holandesa, mientras arrecia el levante en las calas de Torrevieja, en uno de los peores marzos de frío y lluvia que se recuerdan en Alicante. Más fácil es justificar la salida del país por la frontera francesa, de regreso. Pero no obstante, dicen, van a optar por la prudencia y quedarse donde están, de momento.

Los campistas no pierden los nervios. Se resignan porque en realidad iniciaron una aventura de meses por toda Europa. Muchos de ellos son jubilados que incluso han vendido su casa para adquirir una moderna autocaravana. Es decir, en realidad no tienen dónde volver. Viven casi todo el año en el vehículo. La mayor parte tiene recursos para permanecer meses en la provincia de Alicante.

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