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«Toponímia» en lengua autóctona

Un tercio de los municipios alicantinos tienen su denominación oficial sólo en valenciano o de forma bilingüe El caso más reciente es el de l'Atzúbia

Monolito en Benissa, que oficializó el nombre en valenciano en 1981. PILAR CORTÉS

El valenciano se ha ido extendiendo de manera progresiva en la toponimia oficial de la provincia, hasta el punto de que un tercio de los municipios alicantinos que tienen ya su nombre de manera exclusiva en esta lengua o compartida con la forma en castellano. Hace unas semanas, la Secretaría de Estado de Administraciones Públicas incluyó en el Registro de Entidades Locales la denominación de l'Atzúbia, con lo que esta localidad de la Marina Alta dejaba definitivamente de llamarse Adsubia. Con ello son ya 47 los ayuntamientos que, desde la llegada de la democracia, han dado este paso, al margen de aquellos cuyo nombre no varía entre valenciano y castellano.

Benissa fue, en mayo de 1981, la primera localidad alicantina que tuvo su nombre exclusivamente en valenciano. Cuatro años más tarde hicieron lo mismo Petrer y Callosa d'en Sarrià, y Xàbia también dio carácter oficial a esta denominación, aunque manteniendo también la de Jávea. Esta última opción ha sido seguida por algunos de los mayores municipios de la provincia; las formas Elx, Alcoi y Alacant se aprobaron en 1986, 1989 y 1990, respectivamente. La fórmula del topónimo sólo en valenciano es más frecuente en localidades pequeñas, pero no exclusiva: ejemplos de ello son Dénia, l'Alfàs del Pi, Mutxamel y Sant Joan d'Alacant, entre otros.

El cambio en la denominación de un municipio parte de la iniciativa del propio ayuntamiento, aunque es la administración autonómica la que da la aprobación final al proceso. Para el profesor de Filología Catalana de la Universidad de Alicante (UA) Francesc Xavier Llorca, la oficialización de los topónimos en valenciano es «un avance dentro de la anormalidad», ya que considera que «la normalidad sería que los nombres oficiales fueran en lengua propia». En este sentido, añade que «si la denominación oficial está en valenciano, no quiere decir que se prohíba el castellano», y que tener el nombre en el primer idioma «le da visibilidad». Asimismo, estima que «se debería haber retomado la tradición» en la toponimia, recuperando las formas originales que aparecen en documentos históricos.

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