La capacidad actual del Cementerio Municipal de San Vicente del Raspeig es muy reducida. Tanto que apenas quedan cinco nichos para completarlo, lo que puede suponer un problema si se llega a una ocupación máxima. Y así lo reconoce el concejal responsable, el socialista Jesús Arenas. Cada año, son enterrados allí en torno a 250 difuntos y durante la pandemia de coronavirus la cifra de fallecidos ha hecho incrementar las estadísticas con siete personas enterradas. Según los datos facilitados por la concejalía, en lo que va de año se han producido ya 118 enterramientos. El año pasado fueron inhumadas 247 personas en el cementerio sanvicentero y un año antes fueron 254 los fallecidos enterrados.
El edil explica que la cada vez más extendida costumbre de incinerar a las personas fallecidas, y no únicamente en San Vicente, favorece el hecho de que no sea necesario recurrir a medidas extraordinarias para paliar una posible situación de colapso, y asegura que ya hay previstas alternativas en el caso de que el camposanto llegue a su máxima ocupación.
Desde el área de Urbanismo reconocen que está a punto de finalizar la obra de construcción de nuevos nichos ya que «vamos ahora mismo muy justos» con los que el consistorio toma un respiro y contará con 88 nuevos, además de otros 24 columbarios. Esta obra se adjudicó en febrero pasado a la empresa Promed Consulting SLU por algo más de 75.000 euros y un periodo de ejecución de tres meses.
Arenas adelanta que, en previsión, ya se ha proyectado una ampliación para evitar que esta situación se vuelva a producir. El área de Arquitectura ya está trabajando en la elaboración del proyecto para la próxima construcción de otros 464 nichos y 72 columbarios. El objetivo es que a finales de año pueda iniciarse la licitación de esta obra. A pesar de ello, el concejal explica que San Vicente cuenta con terreno suficiente para seguir ampliando su camposanto.
