Falta menos de tres horas para que la Volvo Ocean Race más disputada de la historia decida su ganador. Plomo en el cielo, viento medio y corrientes en contra sobre los tres barcos en cabeza. Tensión en los equipos de tierra. El barco español, el Desafío Mapfre, trabaja frenéticamente por recortar una separación que se mide en metros con el Team Brunel, la única embarcación que en este momento puede arrebatarle el objetivo que ha perseguido durante 83.000 kilómetros de carrera alrededor del mundo: ser el primer equipo español en ganar la madre de todas las regatas oceánicas.

Avanzan por el tramo final de la undécima etapa de la carrera, un zig zag por el Mar del Norte que cruza el estrecho sueco-danés del Kattegat hasta la costa holandesa. En La Haya les espera la línea de meta y los pantalanes del puerto de la ciudad preparados para recibir al ganador. La organización prevé que el barco en cabeza la cruce entre las 16.30 y las 17 horas de hoy.

«Ojo a Dongfeng», avisa un miembro del equipo español en la sala de prensa del Race Village que la Volvo Ocean Race ha levantado en el puerto de La Haya, ciudad de llegada de la competición que partió desde Alicante el pasado 22 de octubre. En efecto, la arriesgada estrategia que adoptó el barco chino hace 15 horas de desviarse hacia el litoral alemán para aprovechar el impulso de las corrientes de costa en lugar de cortar en recto por el mar empieza a favorecerle como un viento de cola. Es el tercero en discordia: empatado a puntos con los españoles y los holandeses, recorta distancias a toda velocidad. Aún puede dar la sorpresa y llegar antes que ellos a La Haya.

En estos momentos, lo único que hace pensar en un ganador claro es la omnipresencia de banderas amarillas de Brunel que los holandeses pasean por el Race Village. Es una jornada festiva y familiar fuera de los containers de los equipos, como a las que se ha acostumbrado la capital de la provincia desde que se estrenó como sede de la regata en 2008. Dentro, los técnicos apuran sus recursos tecnológicos y humanos para ganar ventaja. «Si ganamos será a la española, con angustia hasta el final», ríe el jefe de prensa del Mapfre. La mejor comparación para explicar lo que está ocurriendo aquí es imaginar una final de un mundial en la que España se juega la copa en la tanda de penaltis. Sólo que hoy, el sufrimiento se alargará durante muchos más minutos.