"Fue pura violencia". Así de contundente se ha expresado este lunes un hombre de mediana edad que recibió siete u ocho golpes de porra de un policía en el desalojo el 27 de mayo del 2011 de los indignados del 15-M acampados en la plaza de Catalunya. Nueve años después de esta acción policial y de unas escenas que dieron la vuelta al mundo, el inspector de los Mossos, Jordi Arasa, se sienta en el banquillo de los acusados ante un tribunal de la Audiencia de Barcelona por el uso desproporcionado de la fuerza. La fiscalía le atribuye dos delitos y tres faltas de lesiones por herir a cinco personas y le reclama dos años de prisión y una indemnización 1.700 euros.

Arasa fue condenado en el 2014 por golpear en el mismo desalojo al que después sería diputado de la CUP David Fernández, tras un juicio en el que admitió que había pegado "innumerables" veces con su porra a los indignados por defenderse de su "violencia". En una operación de los Mossos en la que ninguno de los antidisturbios lucía visible su identificación (en la actualidad es obligatorio en el casco y en la parte delantera y posterior del chaleco) Fernández reconoció al agente por las imágenes de sus intervenciones policiales y abrió la puerta a que otras víctimas del entonces subinspector lo denunciaran.

En el juicio que se prolongará, por lo menos, hasta este martes, se ha revivido la batalla campal del 27 de mayo del 2011 en la plaza de Catalunya, donde los indignados del movimiento 15-M permanecían acampados desde hacía días. La acción de desalojo puso en el punto de mira en esos momentos a los antidisturbios de los Mossos, pese a que el Govern de Artur Mas, con Felip Puig como conseller de Interior, cerrara filas con la policía de la Generalitat.

La intervención policial se planificó inicialmente junto con la Guardia Urbana de Barcelona como un intento de limpieza de la plaza de Catalunya ante la celebración el 28 de mayo de la final de la Champion League y la posible celebración del triunfo del Barcelona en Canaletas. No obstante, los indignados entendieron que esa operación limpieza era una mera excusa para sacarlos de la zona.

Contra la integridad física

El dispositivo policial y de los equipos de limpieza empezó a primera hora de la mañana. Pero a partir de las 8 horas se iniciaron los altercados. Fue entonces, según la fiscalía, que se autorizó a los agentes de los Mossos el "uso de la fuerza mínima indispensable" contra las personas que se resistían a abandonar el lugar. La acusación pública precisa, sin embargo, que el entonces subinspector Arasa la usó de "forma no proporcionada" y que "con ánimo de atentar contra la integridad física", hizo servir su porra para agredir a las cinco personas que le han denunciado.

Los lesionados, que piden para el subinspector penas que superan los ocho años de prisión, han reconocido este lunes ante el tribunal a Arasa como el agente que les golpeó en la cara, la espalda, el labio, las piernas o las manos (dos de ellos requirieron puntos de sutura) mientras permanecían sentados en el suelo, en actitud pacífica.

"Me vino a la cabeza la película Gandhi", ha explicado uno de los denunciantes, un hombre que acudió a la acampada alertado por las noticias del desalojo porque su hija estaba entre los indignados. Este testigo ha descrito cómo Arasa "empezó por una punta, pegando a todas las personas concentradas", que esperaban "su turno" para ser golpeadas, sin oponer resistencia alguna. El relato de las víctimas se apoya en fotografías y vídeos que ellos mismos han aportado a la causa y que se han exhibido en el tribunal.