Difícil imaginarse hace apenas unos meses que Pablo Iglesias (1978) iba a subir a la tribuna del Congreso de los Diputados mientras la bancada socialista se ponía en pie para aplaudirle. Este martes, ocurrió. El secretario general de Podemos pronunció su último discurso en la investidura de Pedro SánchezPedro Sánchez, levantando de su asiento a aquellos que, hace unas semanas, le criticaban y que en los próximos días se convertirán en sus compañeros de Gobierno. Un Ejecutivo en el que los morados tendrán cuatro ministerios (Igualdad, Trabajo, Consumo y Universidades) y en el que el propio Iglesias será el vicepresidente de Derechos Sociales y de la Agenda 2030.

El líder de Unidas Podemos, una comunión de organizaciones, nació en Madrid en el seno de una familia que siempre ha llevado a gala su militancia política. Sus dos abuelos habían pertenecido al PSOE; su madre fue abogada de Comisiones Obreras y su padre, ahora podemista, perteneció al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota. De casta le viene al galgo y a los 13 años, tras pasar la infancia en Soria, en la "España vaciada", regresó al madrileño barrio de Vallecas. Meses después ingresó en las Juventudes Comunistas.

Pero si algo ha marcado a Iglesias -además del reciente nacimiento de tres hijos que comparte con su compañera de filas, Irene Montero- es su paso por la Universidad Complutense de Madrid: primero como estudiante, cuando sin desligarse de los movimientos de izquierdas se licenció en Derecho y, más tarde, en Políticas, su verdadera pasión, junto a comunicación. Llegó a ejercer como profesor.

Fue precisamente en el mundo universitario donde conoció a buena parte de los que, además de amigos, serían junto a él fundadores de Podemos. Allí estaba Iñigo Errejón, de quien ha terminado separándose en lo personal y profesional. Con Errejón y otros que actualmente andan lejos supo aprovechar el tirón social del 15-M para crear un movimiento político de enjundia que, en tiempo récord, llegó al Europarlamento.

Con los años llegarían la entrada en el Congreso; el rodaje por los platós de televisión (tiene programa propio, La Tuerka) un sinfín de elecciones y numerosas crisis internas, todas ruidosas y mediáticas: llegó a someter su cargo y el de Montero al criterio de la militancia cuando se montó una polvareda por la compra de un llamativo chalet como vivienda habitual, en Galapagar.

En la memoria asimismo los pulsos y las batallas con el PSOE de Sánchez, ese que en unos días será su jefe en Moncloa. Iglesias, acostumbrado ya a las emociones fuertes, no pudo este martes evitar las lágrimas por haber superado un huracán político que amenazaba con arrastrarle y que, sin embargo, lo convierte en vicepresidente.

Montero, la cartera más morada

Irene Montero (1988) será la próxima ministra de Igualdadministra de Igualdad. A punto estuvo este verano de convertirse en la vicepresidenta más jóvenes de la historia de España, con 31 años. Sin embargo, el fracaso de las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos tras el 28-A no condujo a la conformación de un Gobierno, sino a la repetición de las elecciones. Ahora, tras un correctivo de los votantes de izquierda a socialistas y morados en las urnas, con la paz y un pacto firmados y las buenas relaciones reestablecidas, la dirigente madrileña llevará en el próximo Ejecutivo una de las carpetas que, hasta el momento, era responsabilidad de Carmen Calvo.

La cartera de Montero -quien compartirá gabinete junto al líder de su partido (que esta vez no ha podido ser vetado por el PSOE) y padre de sus hijos-, será una de las cuatro que tendrá en sus manos Unidas Podemos. Todas ellas dependerán de la vicepresidencia que, precisamente, llevará Pablo Iglesias y que gestionará las áreas de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Excelente estudiante de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid (donde en 2013 cursaría un máster especializado en educación), Montero ha estado estrechamente ligada a los movimientos sociales. Sin embargo, fue su entrada en Podemos en el 2014 y, principalmente, su llegada a la portavocía parlamentaria del partido tres años después, la que le proporcionó un púlpito para dar mayor visibilidad a la lucha feminista, uno de los ámbitos en los que más ha destacado durante los últimos tiempos y en el que más ha exhibido su fuerte carácter cuando lo ha considerado necesario (además de en las luchas intenras de su partido).

La que, salvo sorpresa, será la próxima responsable del Ejecutivo en las políticas que afecten a las mujeres, y quien se refería a sí misma y hasta ahora como "portavoza", no ha dudado en adaptar el lenguaje en femenino en todas sus intervenciones públicas para llamar la atención contra el machismo de todas las formas posibles, lo que le ha valido críticas de la derecha más extrema. Asidua a las protestas y manifestaciones contra la violencia de género o reivindicación del 8-M, ha tenido que soportar los enfoques machistas que achacan su rápido ascenso a la relación sentimental que mantiene con Iglesias. Pero ella, al menos hasta ahora, ha hecho oídos sordos a este tipo de comentarios y ha dedicado sus energías a apoyar causas como las concentraciones que se vivieron en toda España contra la setencia de la manada.

Montero asimismo ha hecho gala hasta el momento de compatibilizar la crianza de su último bebé, Aitana, con su actividad profesional hasta donde puede, dejándola ver en campaña y actos públicos.