Noche de pesadilla en Gran Canaria. Mientras la cara norte de la isla dormía bajo una copiosa lluvia que refrescó el caloroso día de verano, la Cumbre vivía una madrugada desvelada ante el incendio que sigue sin control, cerca Tejeda y obliga a evacuar los pueblos de Artenara y Juncalillo, así como varios barrios. Anoche se produjo un conato de incendio en La Culata, ya estabilizado aunque obligó a desalojar a decenas de personas.

Con la luz del día, los vecinos de Tejeda han visto cómo las llamas han arrasado durante toda la noche con todo lo que encontró por delante entre Artenara y Tejeda. El fuego, que se originó a mediodía de ayer en Las Arvejas, parecía casi controlado a última hora de la tarde, pero con la noche el fuerte viento lo reavivó y los tres frentes -Tejeda, Artenara y Juncalillo- cogieron fuerza.

"Cuando salimos a las ocho y media solo veíamos el humo en Cueva Caballeros", cuenta Magdalena Cardenes, vecina del barrio tejedense de El Rincón en el albergue donde espera junto a decenas de vecinos a poder regresar a su casa. Lo que vino después casi nadie lo esperaba.

Con la llegada de la noche, el viento comenzó a coger fuerza y a lanzar rescoldos por la ladera. "Eran como cascadas de lava, veías como caía el fuego", comenta Ezequiel Rodríguez, concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Tejeda, quien esperaba a la evolución de las llamas para decidir si se deslojaba el pueblo. "Está preparado para que nos movamos al colegio o a San Mateo", señala sobre las tres de la madrugada. A esa hora las previsiones son halagüeñas: el viento sopla y muy fuerte, pero lleva las llamas, que están a unos pocos kilómetros, hacia el barranco alejando el peligro del casco urbano. Aunque habrá que esperar a aue amanezca a ver cómo se comporta el viento.

En el albergue algunos caminan nerviosos. Otros prefieren descansar dentro, sentados en sillones dentro, ajenos a la evolución del incendio. Maria Eugenia Trujillo, de El Majuelo, dejó atras su segunda residencia. Estaba con sus hijas mellizas de 13 años y su marido cuando vio que las llamas se acercaban. "Mirabas para arriba y las llamaradas eran increíbles, de decenas de metros". A sus vecinos les dio tiempo de sacar animales, tractores y camiones con los que viven de la agricultura. "A ver qué es lo que nos encontramos cuando volvamos", dice con cierto halo de esperanza de que la casa en la que ha pasado tantos fines de semana no haya sufrido daños.

"Esto es un desastre", apostilla Argelia Rodriguez, de 70 años, que tuvo que abandonar su vivienda de El Rincón de Arriba con su hermana, tambien de avanzada edad. "Llevamos toda la semana con calor, pero no hacía viento", comenta, para añadir que no se explica "cómo se dejaron escapar" el incendio, algo en lo que coinciden la mayoría de sus vecinos.

En la gasolinera de Tejeda, mientras tanto, Ezequiel Cardenes aguarda por si tiene que desalojar el pueblo. Previsor, retiró todas las bombonas de gas antes de que se llegue a ese estadio. "Estaban a punto de controlarlo", pero sobre las diez de la noche vio cómo el viento tiraba los rescoldos que despues caminaron sin control por una de las laderas de la caldera de Tejeda.

Y si Tejeda vivía anoche en vilo, en Artenara los habitantes desalojados aguardaban en el campo de fútbol. El fuego avanzaba en ese flanco y en el de Juncalillo y obligaba a evacuar los barrios de El Tablado, Las Arvejas y La Crucita.