PSOE y Podemoshan traicionado a las urnas, lo admite Sánchez al destacar que su investidura pactada estaba "garantizada". Ningún votante de ambos partidos en las generales podía considerarse escandalizado, ni siquiera sorprendido, ante la hipótesis de una alianza con su vecino. Incluso los socialistas que abominan de Iglesias, prefieren un ejecutivo con tan irritante socio a la anulación de las elecciones. Por tanto, solo falta adjudicar los porcentajes de culpabilidad en el desastre de la izquierda. También aquí sirve la intervención presidencial, que destaca la superioridad abrumadora de los socialistas sobre sus vástagos. A raíz de las elecciones, y tras la votación de ayer, solo se podía investir a Sánchez. Y Sánchez no ha sido investido, por cuarta votación consecutiva sin ninguna excepción. No lo logra con Ciudadanos ni con Podemos, ni con Esquerra, ni con el PNV, ¿el problema está solo en los demás?

No se ha registrado una alta traición a las urnas, sino una baja traición zafia. Los negociadores o negociantes de PSOE y Podemos quedan sumidos en el ridículo, incluso en la propuesta agónica de Iglesias para mejorar el suspense de la sesión. Salvo que la autoderrota de la izquierda no corresponda a un fracaso, sino a una voluntad deliberada. En tal caso, la pulsión suicida se suma al desprecio a los votantes.

Si no hay investidura, ganan quienes no la deseaban. En concreto, PP, Vox y Ciudadanos, por este orden. Sin olvidar el daño colateral a Albert Rivera, condenado a perpetuidad a muleta del partido conservador dominante. Desde su bandería, el "adolescente caprichoso" ni siquiera disimula su adscripción única. Los partidos de izquierda se han independizado de sus votantes, las perspectivas de futuro favorecen a la derecha. Solo Esquerra y PNV apostaron por la sensatez. La traición a las urnas llevará a las urnas a traición.