El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, candidato para ocupar el puesto de alto representante para la Política Exterior de la UE, no podrá ser sustituido en el gabinete de Pedro Sánchez al estar el Gobierno en funciones, por lo que sus competencias deberán ser asumidas por otro compañero del Ejecutivo.

No obstante, la toma de posesión efectiva de Borrell en la UE puede tardar aún varios meses, ya que su nombramiento tiene ahora que ser aceptado por el nuevo presidente de la Comisión y avalado por el Parlamento Europeo, que debe dar su visto bueno al conjunto de miembros del Ejecutivo comunitario.

Borrell será evaluado además por la comisión correspondiente del Parlamento Europeo antes de que los eurodiputados voten a la Comisión Europea en bloque en sesión plenaria.

Ese proceso podría estar terminado, como pronto, en septiembre u octubre y tiene como fecha tope el 1 de noviembre, con tiempo por tanto para que Sánchez pueda ser investido en el Congreso y el Ejecutivo español deje de estar en funciones.

No obstante, si la investidura no llega a tiempo, fracasa, o hay que convocar nuevas elecciones, Borrell debería renunciar al ministerio de Asuntos Exteriores antes de asumir el cargo europeo y sus funciones ser asumidas por otro miembro del gabinete, entre los que se encuentra el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Esta misma situación se ha repetido hace poco más de un mes, con la actual presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que abandonó el Ministerio de Política Territorial y Función Pública para presidir la Cámara Baja.

Las funciones de ese departamento las ha asumido de forma interina el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas.

Borrell llevará a la UE su experiencia y su lucha contra el independentismo

Borrell llevará su larga experiencia gubernamental y su cruzada contra el independentismo catalán al gobierno de la Unión Europea como vicepresidente de la Comisión y Alto Representante de Política Exterior y Seguridad Común de la UE.

Borrell, un apasionado defensor del proceso de integración europea, es a sus 72 años un peso pesado de la política continental, habitual en cancillerías y despachos europeos, y dotado, según quienes le conocen, de una profunda inteligencia.

Este catalán nacido en La Pobla de Segur, una localidad rural cerca de los Pirineos, llegó al Ministerio de Exteriores tras resurgir con fuerza en la escena política como azote del independentismo en Cataluña a raíz de las manifestaciones en Barcelona en contra del intento secesionista de 2017, convirtiéndose en una de las voces más críticas.

En ese contexto, su papel como jefe de la diplomacia española, que asumió el 7 de junio de 2018, cobró especial relevancia por la necesidad de contrarrestar el relato de los independentistas catalanes, defender la unidad de España y de promover la imagen del país en el exterior.

La trayectoria política de Borrell, un ingeniero aeronáutico licenciado por la Universidad Politécnica de Madrid y doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense, con experiencia en la empresa privada y como profesor universitario, se inició en 1975 cuando ingresó en las filas del PSOE.

Tras la victoria socialista en las elecciones generales de 1982, Borrell fue nombrado secretario general del Presupuesto y Gasto Público y, en febrero de 1984, pasó a ser secretario de Estado de Hacienda, cargo desde el que incidió en la lucha contra el fraude fiscal.

En las elecciones generales de 1986 fue elegido diputado en el Congreso español y, desde entonces, consiguió sucesivas reelecciones en los comicios de 1989, 1993, 1996 y 2000.

El 11 de marzo de 1991, Felipe González lo nombró ministro de Obras Públicas y Transportes, cartera desde la que promovió la reestructuración y modernización los ferrocarriles y potenció la red de cercanías.

En esa cartera se ocupó también de cuestiones como Telecomunicaciones y Medio Ambiente, lo que le convirtió en un asiduo de los consejos de ministros comunitarios.

Borrell dejó el Gobierno poco después de la victoria del Partido Popular (PP) encabezado entonces por José María Aznar en las elecciones generales del 5 de marzo de 1996.

Pero el paso atrás de Felipe González al frente del PSOE abrió el debate sucesorio, en el que Borrell compitió con Joaquín Almunia en las primarias de 1998 en las que se impuso como candidato a la presidencia del Gobierno español.

Sin embargo, un año más tarde renunció a la candidatura tras estallar un caso de corrupción que salpicó a dos personas de su confianza, investigadas por fraude fiscal y cohecho, aunque él personalmente no se vio implicado.

Borrell regresó a la política en 2004, cuando fue elegido eurodiputado como cabeza de lista del PSOE y nombrado presidente del Parlamento Europeo, cargo que ejerció hasta enero de 2007, cuando fue nombrado presidente de la Comisión Parlamentaria de Desarrollo del Parlamento Europeo hasta 2009.

Al año siguiente, fue nombrado presidente del Instituto Universitario Europeo con sede en Florencia, cargo del que dimitió en abril de 2012 debido a un conflicto de intereses ya que también formaba parte del Consejo Asesor Internacional de la empresa Abengoa, dedicada al desarrollo tecnológico sostenible en los sectores de energía y medioambiente.

En esta empresa, Borrell formó parte del Consejo de Administración desde 2009, como externo e independientes, hasta la renovación tras la crisis de Abengoa en noviembre de 2016.