Pedro Sánchez cumple un año como presidente sin tener asegurada su reelección después de adelantar los comicios generales. El periodo de inestabilidad que estalló en España tras las elecciones de 2015 se prolongó con los de 2016 y el segundo Gobierno de Mariano Rajoy, y se agudizó tras la moción de censura que desalojó al exlíder del PP y aupó a La Moncloa al secretario general del PSOE.

Sin embargo, los resultados del 28A y el 26M sí han convertido a Sánchez en el único candidato con opciones de ser investido. Pese a necesitar el acuerdo o la abstención de Ciudadanos o los independentistas, el líder del PSOE ha culminado en apenas doce meses un ascenso sustentado en la moción del año pasado, una operación que se fraguó en apenas unos días.

La sentencia de Gürtel

El asalto de Sánchez al poder comenzó con una iniciativa que parecía condenada al fracaso. La condena del 24 de mayo por la primera etapa de Gürtel desató la ofensiva contra el Gobierno de Rajoy, impulsada por PSOE y Podemos. Tras años de escándalos por casos corrupción, la sentencia, que imponía la pena de 33 años de cárcel a Luis Bárcenas, extesorero del PP, y varias más de prisión para diversos cargos, condenaba también a la formación como partícipe a título lucrativo. El tribunal consideraba que el PP nacional se había beneficiado por los tratos con Gürtel en Majadahonda y Pozuelo de Alarcón, y le imponía una multa de 245.000 euros.

La sentencia, que no es firme y está recurrida por el PP, avaló este punto con el voto favorable de dos de los tres magistrados, Julio de Diego y José Ricardo de Prada, pero no con el del tercero, Ángel Hurtado, que mostró su discrepancia.

Aunque el tribunal no la juzgaba, la sentencia también daba por hecho la existencia de una caja b en el PP y dudaba de la "credibilidad" de Rajoy.

La onda expansiva solo acababa de comenzar, pese a que solo un día antes el Ejecutivo del PP había logrado del PNV el 'sí' decisivo a sus Presupuestos a cambio de diferentes concesiones, tras recabar también el apoyo de Ciudadanos, Coalición Canaria y el único diputado de Nueva Canarias, Pedro Quevedo. Pero nada salvaría ya a Rajoy.

La moción toma cuerpo

El día 25, Pedro Sánchez, apoyado por Pablo Iglesias que no parece preocupar al Ejecutivo. El paso se ve como un recurso más dentro de una estrategia para señalar la corrupción del PP y desgastar al Gobierno. De hecho, Rajoy descarta convocar elecciones, una vía para evitar el trago que no puede tomar con el proceso en marcha.

Pero en cuestión de días el cariz de la legislatura cambia. Los contactos cruzados entre el PSOE, Podemos, el PNV y los independentistas se multiplican y la opción deja de aparecer como una ilusión. El movimiento acaba de tomar cuerpo cuando los partidos separatistas acceden a apoyar el desalojo de Rajoy. Su decisión deja al PNV en la difícil tesitura de aparecer retratado ante su electorado como el sostén de un Gobierno del que le separan diferencias insalvables en política territorial, pese a haber alcanzado acuerdos y amplias concesiones.

Ciudadanos, que había retirado su apoyo a Rajoy, exige al presidente su dimisión y elecciones, pero rechaza hacer presidente al líder del PSOE si no es para ir a comicios de forma automática.

La decisión clave del PNV

Rajoy rechaza dimitir y el 31 de mayo se fija el inicio del pleno de la moción de censura, adelantado por Ana Pastor al confiar el Gobierno en su fracaso. Pero la incertidumbre crece mientras el pánico se apodera del Ejecutivo y del PP. Hasta el día de la sesión. El 31 por la tarde, el PNV confirma que votará a favor de Sánchez y sentencia a Rajoy.

"Dimita, señor Rajoy, dimita y esta moción de censura habrá terminado aquí y ahora", pide Sánchez en su intervención, cuando el proceso ya parece imparable.

Rajoy desaparece

El presidente hace caso omiso. Tras enrocarse en la sesión de la mañana y defender su legitimidad, el aún jefe del Ejecutivo no vuelve a su escaño por la tarde. En un gesto insólito en su mandato, Rajoy, derrotado y hundido, se refugia con varios ministros y cargos del PP en un restaurante hasta las diez de la noche.

Al día siguiente, 1 de junio, la votación confirma su desahucio y proclama a Sánchez como nuevo presidente del Gobierno. Todas las formaciones, salvo PP, Ciudadanos, UPN y Foro Asturias, que se oponen, y Coalición Canaria, que se abstiene, votan a favor. Son PSOE, Unidos Podemos, PDeCAT, ERC, PNV, Bildu, Compromís, PNV y Nueva Canarias.

El líder del PP, ya en el hemiciclo, estrecha la mano del nuevo jefe del Ejecutivo. El día 5 de junio, Rajoy dimite como líder del PP y deja la política al máximo nivel.

Solo dos días después, Sánchez ya tiene listos los ministros con los iba a buscar, como aseguró en la moción, "recuperar la normalidad política que ha sido violentada, atender a las urgencias que tenga el país y convocar elecciones generales".