"La verdad es esta: la democracia ganó y ETA fue derrotada". Es la frase que Alfredo Pérez Rubalcaba publicó en su Facebook en el séptimo aniversario de la declaración en la que la banda terrorista anunciaba el fin de la violencia. En ese final tuvo mucho que ver él, aunque en sus ensayos todo no fueran aciertos.

Desde 2006, en la remodelación del Gobierno que en abril de ese año llevó cabo José Luis Rodríguez Zapatero, y hasta 2011, cuando decidió encabezar la candidatura del PSOE a las elecciones generales, Rubalcaba asumió la cartera de Interior, que compatibilizó en la última etapa con la vicepresidencia del Ejecutivo y la portavocía.

Fue un "muy buen ministro del Interior, dialogante, tolerante, con mucha capacidad de negociación", políticamente un "fuera de serie" y "un hombre de Estado", según han coincidido, en declaraciones a Efe, algunos de los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado que trabajaron en la lucha contra ETA cuando Rubalcaba dirigía esa cartera.

Una etapa en la que la banda ya daba sus últimos estertores, con desarticulaciones continuas de sus cúpulas en golpes policiales que no dejaban a la dirección de la organización tiempo para recuperarse.

Pero entre los muchos aciertos de este químico "sensato", como le ha definido uno de los consultados, algún ensayo no le salió bien, como el "caso Faisán" o del chivatazo en el que se alertó a ETA de una operación contra su red de extorsión, por el que han sido condenados mandos policiales que trabajaron en el País Vasco.

Tampoco parece que fuera un gran éxito la negociación con ETA que se llevó a cabo en algún momento de su mandato, pero lo que sí es cierto, tal y como subrayan los consultados, es que Rubalcaba "hizo de la necesidad virtud" y, tras ese fracaso, no ahorró medios para que las fuerzas de seguridad intensificaran su lucha contra ETA.

"Nos daba mucho apoyo moral y estaba muy pendiente de las operaciones", rememora a Efe un agente de la Guardia Civil, mientras que otro de la Policía Nacional recuerda cómo Rubalcaba llegó a conocer de primera mano el trabajo antiterrorista que se hacía en suelo francés en colaboración con los agentes galos y cómo disponía de una importante información.

Como buen político, subrayan los consultados, Rubalcaba minimizó los daños de esa frustrada negociación y cosechó, como cabeza visible de las fuerzas de seguridad, éxito tras éxito.

Pérez Rubalcaba asumió la cartera apenas un mes después de que ETA declarara el alto el fuego permanente en marzo de 2006. No le faltaba experiencia en terrorismo. Había sido el interlocutor en esta materia con el anterior Gobierno de José María Aznar (PP) y como es lógico disponía de información.

También de la que le suministraban algunos mandos de la Policía Nacional, como señalan las fuentes consultadas. Información que, según consideran algunos, fue determinante para la victoria de los socialistas el 14 de marzo de 2004, tres días después de la mayor masacre terrorista ocurrida en España, los atentados del 11M en Madrid.

Unos pocos meses después de ese anuncio del alto el fuego y con las negociaciones posiblemente rotas, ETA dio un golpe de mano en diciembre de 2006 y mató a dos ecuatorianos en un atentado en la T-4 del aeropuerto madrileño de Barajas.

La acción frustró muchas esperanzas, pero Rubalcaba no cejó y siguió tomando decisiones consciente de que algunas no iban a ser aplaudidas.

Así ocurrió con la concesión del segundo grado penitenciario al etarra José Ignacio de Juana Chaos, con un historial sanguinario y que había protagonizado una larga huelga de hambre. Lo tuvo que hacer aun a sabiendas de que los colectivos de víctimas se le iban a echar encima.

Reconoció que había tomado la decisión "personalmente" y para "evitar males mayores".

ETA, golpeada sin descanso, perpetró un atentado más con Rubalcaba al frente de Interior: el que acabó con la vida de dos guardias civiles en CapBreton (Francia).

Una acción terrorista que incrementó aún más la actividad policial contra la banda, ya casi agonizante.

Con más luces que sombras, en suma, la labor del Ministerio que encabezó Rubalcaba se apuntó varios tantos y, así, se encadenaron las detenciones de los jefes "militares" de la banda: Mikel Garikoitz Aspiazu "Txeroki" (2008), Aitzol Iriondo (2008), Jurdan Martitegi (2009), Ibon Gogeascoetxea (2010) y Mikel Carrera (2010).

ETA agonizaba y en otoño de 2011 declaró un alto el fuego. Rubalcaba pudo vivirlo. Puso más que un grano de arena para ese final.