Más allá de los afectos y desafectos, de las simpatías y rechazos que suscitó en vida, Xabier Arzalluz pasará a la historia como una figura indiscutible del nacionalismo vasco, cuyo gran peso político ha quedado hoy patente en la masiva despedida que ha recibido en su funeral en la localidad guipuzcoana de Azkoitia.

Sus restos mortales reposarán en Galdakao (Bizkaia), donde vivía, pero su último adiós, en una misa de cuerpo presente, ha tenido lugar este sábado en Azkoitia, la localidad del interior de Gipuzkoa donde el expresidente del PNV nació en agosto de 1932.

Allí se ha desplazado esta tarde el lehendakari, Iñigo Urkullu, como máximo represente institucional en este funeral, al que se han sumado todos los miembros de su gobierno pertenecientes al PNV, así como el consejero socialista Iñaki Arriola y la presidenta de Navarra, Uxue Barkos.

Del Partido Nacionalista Vasco (PNV) han asistido dirigentes y bases, decenas de "jeltzales", del actual presidente, Andoni Ortuzar, a otros como Román Sudupe que, al igual que Urkullu, también dirigió la formación de Sabino Arana.

Con Joseba Egibar, el más cercano colaborador de Arzalluz, ha llegado el histórico nacionalista gallego Xosé Manuel Beirás. De Cataluña se han desplazado, entre otros, Marta Pascal, excoordinadora general del PDeCAT, el portavoz adjunto de JxCat, Eduard Pujol, y el diputado de ERC Gabriel Rufián.

En Azkoitia se ha repetido también la foto del tanatorio bilbaíno, la de representantes de todos los partidos vascos para acompañar a la familia del exlíder del PNV fallecido, excepto del PP.

La secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia, ha acudido a la parroquia de Santa María la Real junto al secretario de Organización de su partido, Miguel Ángel Morales.

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha estado acompañado por la portavoz de la coalición en el Parlamento Vasco, Maddalen Iriarte, y por el eurodiputado Josu Juaristi.

El secretario general de EA, Pello Urizar, ha llegado por separado. Asimismo, se encontraba en la iglesia Roberto Uriarte, de Podemos.

El féretro con los restos mortales de Arzalluz ha accedido al templo, seguido de sus familiares, por un pasillo de ikurriñas que portaban varios jóvenes, entre los aplausos de quienes esperaban en el exterior y el grito de "Gora Euskadi askatuta (Viva Euskadi libre)" de un simpatizante.

En esta ceremonia las alabanzas hacia la figura del expresidente del PNV han procedido del párroco de Azkoitia que ha oficiado la misa funeral, Félix Azurmendi, quien ha dicho que Arzalluz "vivió para el pueblo" y "la sociedad y el pueblo fueron su vocación, una vocación cristiana".

"Trabajó con la cabeza clara y el corazón", ha destacado el sacerdote, quien ha añadido que Arzalluz también fue "un hombre directo que creía en el diálogo" y que "muchas veces supo ser puente a favor de la paz".

Algunos de los políticos asistentes han reiterado las palabras de respeto y los elogios que ya habían pronunciado anteriormente, tras conocer el fallecimiento del exdirigente del PNV.

Las descalificaciones, cuando no los insultos, han quedado para las redes sociales, que han elevado el tono en algunos casos en un grado comparable al que se produjo con la muerte hace ocho meses de otro vasco controvertido, el obispo emérito de San Sebastián José María Setién.

Tras más de una hora de ceremonia, que mucha gente ha seguido desde el exterior de la iglesia, el coche fúnebre con los restos mortales de Arzalluz ha abandonado Azkoitia. Antes, le han cantado al expresidente del PNV el himno al soldado vasco, el "Eusko Gudariak".