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Día del Migrante

Inmigración, un debate en busca de un difícil consenso

Expertos analizan el contenido del Pacto Mundial de la Migración de la ONU, al que se suma España

La inmigración es una de las cuestiones capitales del siglo XXI. Fenómeno con un recorrido histórico tan extenso como la propia Humanidad, sus múltiples causas y consecuencias están transformando el mundo a una velocidad imprevista. Este martes se celebra el Día Internacional del Migrante y más de 150 países firmaron la semana pasada el Pacto Mundial para la Migración, un acuerdo no vinculante que busca reforzar la cooperación internacional para, como ha destacado la ONU, su promotora, "aprovechar los beneficios de la migración y proteger a los migrantes indocumentados". No obstante, el consenso dista de ser generalizado, tal vez reflejo de las tensiones nacionales que esta materia provoca en muchos Estados. Desacuerdos que tienen su raíz en las muchas aristas que alcanza este asunto -políticas, económicas, sociales y culturales- y que los expertos consultados consideran necesario resolver para que la utilidad revierta en todas las partes implicadas.

Alberto Ares es director del Instituto de Estudios sobre las Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas. Ha estado en Marrakech, donde se ha rubricado el Pacto, y sus conclusiones son positivas. "Pone el primer marco a nivel internacional para implementar acciones de manera integral y coordinada", asegura. "Es un pacto muy interesante, sin compromisos concretos pero con una declaración de intenciones que se centra en proteger a los migrantes", coincide Pablo Pumares, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Almería y director del Centro de Estudios de las Migraciones y las Relaciones Interculturales. En efecto, el documento final - cuyo título es 'Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular' - incluye 23 objetivos con una formulación lo suficientemente amplia para que los países firmantes no lo consideren insalvable pero también para sentar las bases de pasos futuros.

Así, el texto aboga, al mismo tiempo, por "aumentar la disponibilidad y flexibilidad de las vías de migración regular" y "gestionar las fronteras de manera integrada, segura y coordinada", además de "utilizar la detención de migrantes solo como último recurso y buscar otras alternativas". Asimismo, propone "abordar y reducir las vulnerabilidades en la migración" pero también "reforzar la respuesta transnacional al tráfico ilícito de migrantes". Orientaciones sin traducción jurídica, que no comprometen de forma obligatoria a los firmantes puesto que no son vinculantes, pero que sin embargo han ahuyentado a países como Estados Unidos, Australia, Chile, Israel, Austria y el llamado 'grupo de Visegrado', que engloba a Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia, naciones gobernadas por fuerzas populistas de ideología muy conservadora y que se han caracterizado por sus obstáculos a cualquier política de entrada de inmigrantes.

Estos países consideran que el pacto se inmiscuye en sus políticas de control de fronteras, así como en su soberanía nacional. Pero, además, existe otro punto que les ha creado malestar, y que resumió así el Ejecutivo de Viena: "Un derecho humano a la migración es ajeno al sistema legal austríaco". Esta es una de las vertientes que aducen las voces más escépticas con el acuerdo. Juan Ángel Soto es director adjunto del think-tank conservador Civismo. "La inmigración es un drama y un problema global que solo se va a solucionar con un esfuerzo conjunto", matiza, pero advierte también de que la cita de Marrakech proclama la tendencia al establecimiento de la migración como un nuevo derecho humano. "¿Estamos creando derechos 'ad hoc' conforme salen los problemas?", se pregunta, insistiendo en que, a su juicio, "la proliferación de derechos humanos muy variados devalúa, en cierto modo, el concepto de lo que entendemos por tal".

Cifras inmigración

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El año pasado, el número de migrantes en el mundo alcanzó los 258 millones, 68 de los cuales son personas que están desplazadas a la fuerza, con 25 millones de refugiados, según la Organización Internacional de las Migraciones. Para Alberto Ares, enfocar únicamente el fenómeno migratorio como una cuestión interna reducida al control de las fronteras y de los flujos de personas es una "mirada cortoplacista", puesto que la inmigración forzosa es "una herida que no se va a poder contener". Un diagnóstico similar al que hace Pablo Pumares. "En un mundo globalizado en el que la información corre a un ritmo tan rápido la presión migratoria va a seguir aumentando", indica el director del Centro de Estudios de las Migraciones, partidario de plantear la "lucha contra la desigualdad" como uno de los pilares para paliar las crisis humanitarias derivadas de los desplazamientos provocados por guerras y desastres naturales.

España se ha sumado con decisión al Pacto e incluso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se desplazó a la ciudad marroquí para hacer visible su apoyo al mismo. En nuestro país residen 4.663.726 extranjeros, según el Instituto Nacional de Estadística, sobre un total de 46.733.038 habitantes. Es decir, que una de cada diez personas es extranjera. En 2013, la cifra era de 5.072.680. Descendió en los años siguientes y volvió a incrementarse a partir de 2017. No obstante, los datos del Ministerio de Trabajo indican un número superior de extranjeros con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor, que a 30 de junio de 2018 ascendían a 5.331.774. Por otra parte, los datos de la Organización Internacional de las Migraciones también recogen la tragedia cotidiana que se vive en el Mediterráneo. Más de 55.000 personas han arribado a las costas españolas en lo que va de año, casi el triple más del año anterior. Además, en 2018, 2.160 personas han fallecido en el Mediterráneo, de las cuales 687 lo han hecho intentando llegar a las costas españolas.

Población en España

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La negativa del Gobierno italiano, ejemplificada en la radical política antiinmigración del ultra Matteo Salvini, a facilitar los rescates de las embarcaciones en el Mediterráneo ha provocado que los flujos, controlados por las mafias, se desplacen ahora hacia España. "La política migratoria de España es bastante errática. No somos como las democracias antiliberales que cierran las fronteras, pero tampoco Alemania, que ha aceptado a los inmigrantes con las puertas abiertas. Se combinan medidas oportunistas, como el rescate del Aquarius, con otras como las devoluciones en caliente", subraya Juan Ángel Soto, que no obstante defiende la presencia de España en el Pacto de la Migración "porque el no estar dentro supone un riesgo mayor".

Integración

Sánchez ha anunciado en Marrakech un Plan de Ciudadanía y un fondo para la integración de inmigrantes saludado por los agentes que trabajan en estas materias. "España ha hecho muchas cosas bien y tienen el suficiente recorrido para que estos planes puedan desarrollarse bien. Instrumentos como el padrón han sido muy importantes para que las personas que llegaran de fuera pudieran sentirse arraigadas a lo local y acceder a servicios que les permiten integrarse", explica Alberto Ares.

"Nunca hasta ahora ha habido tantos estudios que demuestran que la inmigración produce riqueza y desarrollo, tanto en origen como en destino. Nunca como hasta ahora se están generando más prejuicios y racismo. Hay muchas falacias: no es verdad que reciban más ayudas o que accedan a más servicios... Si nuestro régimen de pensiones no se ha tambaleado mucho ha sido por la llegada de estas personas, que están alimentando nuestro sistema productivo", añade. "Es indispensable no solo mirar a las fronteras, sino también a lo que está ocurriendo dentro de ellas", señala el director de Instituto de Estudios sobre las Migraciones.

Por su parte, el profesor Pablo Pumares apuesta por desarrollar políticas de integración "razonables" con compromisos recíprocos de todas las partes implicadas, tanto de la sociedad española como de los propios inmigrantes. "Es difícil dar respuesta al reto de la inmigración. Es un asunto que se basa mucho en las percepciones de la gente, opiniones que pueden ser difíciles de contrarrestar. Pero hay que intentar explicar las cosas a la sociedad lo mejor posible. Siempre es necesario y más ahora, en el que tenemos un escenario que no es nada propenso a la cuestión de las migraciones", subraya.

Población extranjera

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El de la integración es uno de los aspectos más recurrentes en el debate migratorio. El Pacto dedica gran parte de su declaración final a ella. Así, apuesta por "empoderar a los migrantes y las sociedades para lograr la plena inclusión" y "promover un discurso público con base empírica para modificar las percepciones de la migración", además de una llamada genérica a "invertir en el desarrollo de aptitudes" con el objetivo de reforzar la cohesión social. "La pregunta es cómo van a gestionar los países ese apartado, así como la estabilidad política, económica y social", reflexiona el representante de Civismo, para el que dicha integración deberá ir en consonancia con la "sostenibilidad del sistema" y el mantenimiento de unas señas de identidad "para que España siga siendo España".

Ares considera que la "cultura mediterránea" y el hecho de que España haya sido un país donde la emigración de nacionales ha sido superior a la recepción de personas procedentes de otros lugares explica que este fenómeno no haya estado ligado a una problemática similar a la de otros países del entorno europeo. Pero advierte de que algunos barrios y sectores de población en diversos lugares de España están acogiendo a más inmigrantes que otros y "como no se tomen en cuenta sus demandas puede ocurrir que sean más accesibles al mensaje de corrientes políticas populistas. Lo que ha ocurrido en las elecciones andaluzas con Vox es un ejemplo". Parecida opinión expresa Pumares. "Hasta ahora la inmigración ha estado relativamente fuera del debate político. Ha habido un cierto consenso que se va a romper, si no lo ha hecho ya, a raíz de la subida de Vox y el discurso del PP", concluye.

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